Distancia a Santiago: 256 km
Distancia en etapa: 54 km
Tiempo estimado: 5 – 6 horas
Cota mínima: 510 m
Cota máxima: 1052 m
Dificultad de la ruta: Alta
Lugares de interés: Castrillo de los Polvazares, Rabanal del Camino, Cruz de Ferro, Molinaseca, Ponferrada
Mapa de itinerario: Para ver el recorrido en Google Maps pincha aquí
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Esta etapa tiene una dificultad bastante más elevada que las anteriores, pero esto se recompensa con unos paisajes espectaculares y la visita a uno de los hitos del Camino Francés: la Cruz de Ferro (1502 m). La LE-142 nos acompañará durante prácticamente toda la etapa, siendo el camino peatonal en muchos tramos paralelo a ella. Dada la peligrosidad de las sendas en algunos puntos, recomendamos obviar las señales jacobeas y seguir la carretera. Analizamos más detalladamente cada tramo en el recorrido general de etapa.
A la salida de Astorga, la pendiente positiva será permanente pero suave, sobre todo durante los primeros 20 km. Al llegar a Rabanal del Camino la subida se endurece hasta la Cruz de Ferro. Son 8,6 km con pendientes medias de entre el 4 y el 5,5%.
Desde Astorga hasta Manjarín, las sendas peatonales son más o menos asequibles para los ciclistas, aunque en algún momento ir por ellas implique bajarse de la bici. Pero desde Manjarín hasta Molinaseca recomendamos encarecidamente ir por carretera. Especialmente los tramos previos a la entrada en el Acebo de San Miguel y en Molinaseca son muy peligrosos.
Por carretera podremos disfrutar de unas vistas espectaculares y sólo deberemos tener cuidado con el tráfico, ya que hay curvas y tráfico en doble sentido. La bajada es fuerte, de entre el 3,5 y el 14%.
Si se toman las precauciones pertinentes no hay ninguna etapa en el Camino Francés que debamos comenzar con una sensación de desasosiego por ser peligrosa. Esta es una de las etapas más especiales del camino, que nos lleva a lugares naturales espectaculares y, simplemente, debemos tomar itinerarios alternativos en tramos puntuales.
Os detallamos más el recorrido en el texto que sigue. Y, como siempre, desde Tournride os deseamos el mejor de los Caminos.
Amanecer en la Cruz de Ferro (Fotografía cedida por Gus Taf en Flickr bajo las siguientes condiciones)
PERFIL Y RECORRIDO GENERAL DE ETAPA
Salimos de Astorga por la calle San Pedro, que nos lleva a una rotonda en la que cruzamos la N-VI y cogemos la carretera que será nuestra compañera durante toda la etapa: la LE-142. Por su arcén o por la pista asfaltada paralela a ella, cruzamos la A-6 en 1,7 km por un paso superior y, tan sólo 1,5 km después, llegamos a Murias de Rechivaldo.
A la entrada de Murias de Rechivaldo, la senda jacobea sigue hacia la izquierda y de frente se pierde la LE-142. La senda es una pista ancha de buen firme, así que podemos ir por donde prefiramos. Simplemente, tened en cuenta que sólo si seguís por la carretera pasaréis por Castrillo de los Polvazares, un pintoresco pueblo de calles y casas declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1980. Está considerado como uno de los lugares más bonitos de la Maragatería.
La carretera y la senda se encuentran de nuevo en menos de 3 km, punto en el que las señales jacobeas indican salirse de la LE-142, que se pierde hacia el sur y no vuelve a cruzarse en nuestro camino hasta 14 km después, en Rabanal del Camino. Desde el cruce la LE-142 con la senda de salida de Murias de Rechivaldo hasta Rabanal del Camino, la ruta se hace por una pequeña carretera comarcal asfaltada o por la senda de grava paralela a ella. El perfil sigue siendo muy sencillo, de subida casi imperceptible, ya que la pendiente relativa nunca pasará del 3%.
Siguiendo la carretera comarcal pasamos por Santa Catalina de Somoza (km 9), El Ganso (km 14) y llegamos a Rabanal del Camino (km 20). Al salir de Rabanal, la senda jacobea abandona la LE-142 por la izquierda y vuelve a cruzarse con la carretera 1 km después. Este tramo recomendamos hacerlo por carretera porque al final del camino hay unos escalones y el firme es muy pedregoso.
A partir de aquí la cuesta se endurece con una media del 5%. Siguiendo la carretera, llegamos primero a Foncebadón (km 26). Cuando veamos el cartel de entrada del pueblo, las señales jacobeas indican abandonar la carretera para entrar en el pueblo. En este caso, las pistas que cruzan Foncebadón y recorren después 1,2 km entre montes son anchas y perfectamente ciclables.
De nuevo en la carretera, seguimos subiendo durante 600 m para llegar a la mítica Cruz de Ferro, donde siguiendo la tradición jacobea debemos dejar a sus pies una piedra con la que hayamos cargado durante todo nuestro peregrinaje.
Cruz de Ferro (Fotografía cedida por Rubén Ojeda en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
Desde la Cruz de Ferro hasta Manjarín, donde está la Encomienda Templaria de Tomás, uno de las más conocidas personalidades del Camino Francés, hay sólo 2,3 km que se recorren por el arcén o por una senda de tierra a su derecha.
Tras pasar Manjarín, debemos afrontar uno de los descensos más intensos de todo el Camino Francés. Son 17,5 km hasta Molinaseca. El camino peatonal sigue el recorrido de la LE-142, pero se desvía en algunos tramos bastante amplios para perderse entre las montañas. Aunque hay ciclistas que optan por seguir estas sendas jacobeas, en Tournride recomendamos encarecidamente a los peregrinos en bicicleta que hagan toda esta parte de la etapa por la carretera. Aunque seáis ciclistas experimentados con alta capacidad técnica, en muchos momentos, deberéis compartir las sendas con peregrinos a pie, lo que puede ocasionar accidentes. Algunas sendas son estrechas, de firme pedregoso, pendiente pronunciada y muchas veces circulan en el borde de barrancos… ¡Todo un combo!
La LE-142 discurre por el medio de El Acebo de San Miguel y sigue bajando en pendientes negativas de cerca del 9% de media hasta pasar por el norte de Riego de Ambrós y llegar a Molinaseca (km 45,7 de etapa). El paseo por esta carretera se convertirá en una experiencia deliciosa, ya que las vistas son espectaculares.
Anochecer en el Acebo. Fotografía cedida por Jorge Gañán
Al llegar a Molinaseca cruzamos el río Meruelo por el bonito puente de piedra del pueblo y, después, seguimos el curso de la carretera o la senda de tierra paralela hasta Ponferrada. A la entrada en Ponferrada el camino peatonal va por una acera bastante ancha.
Llegar al centro de Ponferrada es sencillo, ya que el camino nos dejará en la gran avenida del Castillo y, simplemente girando a la derecha cuando veamos el puente que cruza el Sil, pasaremos por el majestuoso castillo de la ciudad y terminaremos en la Plaza del Ayuntamiento.
En general, esta etapa es complicada pero suele convertirse en una de las más recordadas por los peregrinos en bicicleta. Simplemente, recomendamos especial precaución en la bajada desde Manjarín a Molinaseca y llevar los dispositivos refractarios y de iluminación necesarios si la climatología es mala y hay poca visibilidad, para evitar complicaciones con los coches por la LE-142.
Calle principal del pueblo de Acebo. Fotografía cedida por Jorge Gañán
CONSEJOS PRÁCTICOS
Si comenzáis vuestro camino en Astorga os ayudamos a llegar allí:
- En autobús: Astorga es el centro de un buen nudo de carreteras (A-6, AP-71, N-VI). Alsa comunica con todo el norte de la península y también con capitales del Levante y sur. Eurolines (http://www.eurolines.es/es/ ) también para en Astorga y comunica con otras capitales europeas.
- En tren: Astorga tiene conexiones directas con Galicia (Ferrol, A Coruña y Vigo), Madrid, Barcelona, País Vasco (Bilbao, Irún) y otras ciudades de Castilla y León en sus conexiones regionales. Más información en la página de Renfe. http://www.renfe.com/
Recordad que en Tournride os dejamos las bicicletas en vuestro alojamiento en León si comenzáis allí y podemos llevarnos vuestro equipaje sobrante para que os esté esperando en vuestro fin de camino.
Para conseguir la credencial en Astorga lo más sencillo es ir al albergue de la Asociación del Camino de Santiago de Astorga (http://www.caminodesantiagoastorga.com/index.php?modulo=30 ), donde os podrán facilitar uno. Está muy cerca del centro, al lado de la Plaza Mayor.
- Con respecto al itinerario, desde Tournride os recomendamos elegir el recorrido por carretera en el trayecto desde Rabanal hasta Foncebadón y en el tramo que va desde Manjarín hasta Molinaseca. En el resto de tránsitos, podréis elegir el itinerario que prefiráis.
- Cuidado con la mala climatología, recomendamos informarse siempre antes de la previsión del tiempo. El tramo entre Rabanal del Camino y Manjarín es especialmente conocido por su duro clima de montaña, con mucha niebla, viento y grandes tormentas.
- Hay bastantes poblaciones con todos los servicios, a no ser que sea verano y haga mucho calor, no tenéis que cargar con abastecimientos suplementarios.
- Hoy más que nunca es importante cargar bien equilibradas las alforjas, para hacer lo más estable posible la bicicleta.
- A menos de 5 km desde Astorga se llega a Castrillo de los Polvazares. El camino no pasa por allí, pero es un desvío simple y corto. Esta población puede ser ideal para desayunar, ya que tardaremos muy poco en llegar, cuenta con todos los servicios y tiene un encanto muy especial.
ITINERARIO DETALLADO Y PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO
La de hoy es una etapa de transición. Saldremos de la comarca de la Maragatería desde su capital y prácticamente en plano seguiremos hasta Rabanal del Camino, recorriendo pequeños pueblos de antiguos arrieros en los que se conserva muy bien la arquitectura popular. A partir de aquí todo cambia, el perfil se endurece y el paisaje se vuelve verde, nos adentramos en el Bierzo, ¡los páramos leoneses pasarán a formar parte ya sólo de nuestra memoria!
Recorriendo los montes de León pasaremos por uno de los puntos más reconocibles del Camino Francés: la Cruz de Ferro. Iniciaremos después un vertiginoso descenso en el que las vistas espectaculares del entorno serán nuestra mejor compañía y pasaremos por pequeños pueblos tan encantadores como el Acebo de San Miguel.
Tras cruzar el magnífico puente medieval de Molinaseca, estaremos ya a un tiro de piedra de nuestro fin de etapa: Ponferrada, donde os recomendamos un tranquilo paseo para que aprovechéis al máximo vuestra estancia en la capital berciana.
¡Buen camino!
Vistas de las montañas de León antes de bajar a Molinaseca. Fotografía cedida por Jorge Gañán
SALIMOS DE ASTORGA Y CON PERFIL (DE MOMENTO) TRANQUILO NOS DIRIGIMOS A RABANAL DEL CAMINO
La salida de Astorga es mucho más sencilla que la de otras ciudades previas, como Pamplona, Burgos o León. Desde la catedral de Astorga, debemos coger la calle Portería, que sale de frente. Girando en la primera a la derecha, seguimos la calle San Pedro hasta que esta se curva a la izquierda y nos lleva a cruzar la N-VI por un paso de peatones. De frente, ya sale la LE-142, por la que salimos de Astorga.
Antes de cruzar la A-6 por un paso superior, se pasa cerca del desvío a Valdeviejas. Poco después, se avista la ermita del Ecce Homo. Este monumento tiene un cartel en la puerta en el que se puede leer “La Fe, fuente de salud” en varios idiomas. Esto se refiere a una antigua leyenda que se sitúa en la ermita.
En el interior de la ermita había antiguamente un pozo en el que los peregrinos saciaban su sed. Se dice que el hijo de una peregrina cayó en él y ella imploró la ayuda del Ecce Homo, viendo como después el agua del pozo crecía hasta que su niño podía salir de él. Por este milagro se cambió la abdicación del templo, que antes se dedicaba a San Roque.
El Ecce Homo es el Jesús sufridor que antes de ser crucificado fue sometido a diferentes torturas. Cuando Poncio Pilatos lo mostró a la multitud tras torturarlo, algunos textos dicen que gritó “¡Ecce Homo!” (“¡He aquí el hombre!”). Cuando se quiere resaltar la humanidad de Dios se le representa así, como un sufridor.
Ermita del Ecce Homo (Fotografía cedida por Rubén Ojeda en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
Tras cruzar la A-6 por un paso elevado, circulamos por el arcén de la carretera o por el estrecho andadero paralelo y llegamos a Murias de Rechivaldo (km 3,5).
Tras visitar la capital de la Maragatería, Astorga, pasaremos ahora por diferentes pueblos de la comarca en nuestro camino a Foncebadón. Este pueblo, al igual que Castrillo de los Polvazares (que podemos visitar si seguimos durante menos de 2 km la LE-142 hacia el norte) son poblaciones de antiguos arrieros. Aquí, vivían los comerciantes que transportaban mercancías desde los puertos de la península hacia el interior. Muchos se han conservado muy bien, especialmente Castrillo, que está declarado Conjunto Histórico-Artístico y es el pueblo maragato con más encanto. Mantiene en muy buen estado el pavimento empedrado del S. XVII, que se puso en su momento para facilitar el paso del carro de los arrieros.
Las casas de Murias y Castrillo siguen las directrices de las casas maragatas populares. Son de mampostería, con los marcos de las ventanas y puertas pintados y grandes portalones de doble hoja, que eran necesarios para que los arrieros pudiesen meter sus carros.
Castrillo de los Polvazares (Fotografía cedida por Juantiagues en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Desde Tournride os animamos a que os acerquéis a Castrillo de los Polvazares, una población con mucho encanto que en bicicleta está a tiro de piedra. En Murias de Rechivaldo, lo más destacable es la iglesia de San Esteban, que tiene una espadaña con una especie de pórtico con escaleras, en la que muchas veces anidan las cigüeñas.
Si pasamos por Castrillo de lo Polvazares debemos retornar a la LE-142 y en tan sólo 1,3 km nos desviamos a la derecha para seguir por la LE-6304. Surgen tres vías paralelas por las que se puede circular: la carretera LE-6304 (de doble sentido), una pista de grava (pista peatonal de peregrinos) y una pista agrícola de tierra rojiza. Yendo por donde encontremos más conveniente y en perfil casi plano llegamos a Santa Catalina de Somoza en tan sólo 2 km.
Santa Catalina de Somoza es otra población de antiguos arrieros con una arquitectura popular parecida. Tiene además una gran tradición jacobea, que se plasma en su configuración urbana con el camino como calle principal y vértebra poblacional.
De Santa Catalina de Somoza es natural uno de las grandes personajes y conocedores del Camino Francés, llamado Bienvenido Merino. Lleva más de 30 años haciendo a mano recuerdos para los peregrinos, que talla en madera mientras se para a hablar con quien lo desee, contando anécdotas jacobeas. Conoció a algunos de los peregrinos más famosos, como Paulo Coelho, a quien invitó a tomar algo en su casa. Cuando el escritor brasileño publicó, meses después, su novela “El peregrino de Compostela”, Bienvenido recibió una copia por correo. Además, en algunas de las ediciones del libro la fotografía de portada es la puerta azul de la casa de Bienvenido, con las vieiras que vende colgando de ella.
Puerta de la casa de Bienvenido en Catalina de Somoza
Siguiendo el curso de la LE-6304 en 4 km llegamos a El Ganso, pequeña población maragata. Tras cruzarlo, a los 4 km se pasa por un cruce hacia Rabanal Viejo. A unos pocos metros de este punto se encontraba uno de los árboles más conocidos del Camino Francés, el “Roble del Peregrino”, que llevaba allí decenas de años hasta que una tormenta en el 2013 lo arrancó de su sitio. ¡No mentimos cuando en los consejos de etapa os decimos que aquí la climatología a veces es dura!
Poco después, a la izquierda de la carretera, está la ermita de la Vera Cruz, del S. XVIII y que actualmente está al lado del cementerio. Tras pasar cerca de ella, llegamos a Rabanal del Camino (km 20).
Como su nombre indica, Rabanal del Camino lleva siglos siendo paso de peregrinos y hoy en día, con el auge del Camino Francés, ha sido rehabilitado y se ha vuelto muy acogedor. La arquitectura popular sigue las directrices maragatas y algunos de los lugares de hostelería y pernoctación ocupan estas antiguas moradas, con grandes patios centrales.
En Rabanal del Camino tuvieron mucha presencia histórica los templarios, que se aprovecharon de su situación para usarlo como base previa a su centro neurálgico de Ponferrada. Pretendían así proteger mejor a los peregrinos, ya que las partes altas de los montes de León estaban llenas de bandidos y animales salvajes. La iglesia parroquial de la localidad es testigo de la presencia templaria. Dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, fue promovida por esta organización caballeresca en el S. XII y es de los pocos ejemplos de templos románicos que hay en León.
Por su situación y servicios se convirtió en un centro jacobeo importante en la Edad Media. Aymeric Pycaud lo usó como lugar de pernoctación en su IX etapa, como relata en el Codex Calixtinus; y se dice que Felipe II durmió en una de las casas de la “calle Real” (llamada así por eso) cuando peregrinó a Compostela.
Para poder ver la parte antigua de Rabanal del Camino hay que desviarse de la LE-142, ya que la carretera recorre el pueblo por el sur, en una cota más baja. El camino de entrada nos deja directos en la calle Real.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Rabañal del Camino (Fotografía cedida por Rubén Ojeda en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
CORONAMOS EL MONTE IRAGO EN LA CRUZ DE FERRO Y COMENZAMOS EL DESCENSO HASTA MANJARÍN
A la salida de Rabanal del Camino el paisaje y el perfil cambian, volviéndose más verde el primero y empinado el segundo. Aún así, la subida no es especialmente dura, a no ser que nos encontremos con vientos fuertes o lluvia.
El camino peatonal discurre primero por la derecha y luego por la izquierda de la carretera, en cotas diferentes. Lo mejor es que en este tramo usemos el arcén derecho de la LE-142, ya que el camino puede ser un poco estrecho y el firme no es bueno.
Para entrar en Foncebadón sí que es necesario desviarse a la izquierda por la pista de grava que aparece tras el letrero de entrada al pueblo para entrar en la población, si no la bordearemos por el norte. El sendero de salida que se vuelve a unir con la carretera no es recomendable, a pesar de que sí es ciclable.
Vista de Foncebadón en invierno (Fotografía cedida por Jorge Gañán en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
Aún hoy, cuando se visita Foncebadón se puede percibir cómo es un núcleo que, cual ave fénix, está tratando de resurgir de sus cenizas. La población surgió en el S. XI cuando un ermitaño, llamado Gaucelmo, se instaló allí y construyó un hospital para peregrinos y una iglesia. Esa zona era peligrosa, por las duras condiciones climáticas y la inseguridad de los caminos. La ayuda que este monje prestó a los caminantes le valió la cesión de esas tierras en señorío por Alfonso VI. Con el devenir de los siglos el núcleo creció gracias al comercio arriero y al fluir jacobeo, pero con la industrialización y el declive de la peregrinación, se volvió muy difícil mantenerse en un lugar tan duro como Foncebadón. Por eso en los años 60 todos se fueron y quedó deshabitado.
Cuentan peregrinos que realizaron el camino durante los años 70 y 80 que este no era un lugar agradable para pasar, ya que había perros que aprovechaban las casas que aún quedaban en pie para refugiarse y atacaban a los peregrinos para coger su comida. ¡En esos momentos sí que se entiende por qué los peregrinos medievales llevaban el bordón, su inseparable palo! Hoy en día, con el resurgir del Camino Francés, hay casas que se han rehabilitado y Foncebadón recupera su vida ofreciendo servicios a los peregrinos, convirtiéndose cada día en un lugar más agradable.
Al salir de Foncebadón, subimos por la LE-142 durante 2 km con una media del 4% de inclinación hasta llegar a la Cruz de Ferro, uno de los hitos más reconocibles del Camino Francés, en la cumbre del Monte Irago. Desde allí tendremos unas vistas impresionantes del entorno.
Se dice que la Cruz de Ferro fue colocada en el S. XI por Gaucelmo, el ermitaño de Foncebadón, que la colocó sobre un gran mástil de madera para que se viese desde lejos y guiase a los peregrinos en el último tramo de subida a los Montes de León. Hoy esa cruz está en el Museo de los Caminos en Astorga, cuya sede es el Palacio Gaudí del que hablamos en la etapa anterior. La que vemos hoy es una copia, que se sustenta sobre un gran mástil de 5 m de alto rodeado por miles de piedras que peregrinos de todas partes del mundo cargan desde el comienzo de su camino para dejarlas aquí.
Foncebadón, fotografía cedida por Paul Quayle
Realmente, la Cruz de Ferro es un crucero, cruceiro en gallego, un monumento que a partir de la entrada en Galicia se volverá ver en cada ruta. La tradición de erigir cruceiros tiene raíces celtas, ya que se pensaba que las almas de los difuntos vagaban por los caminos y, por eso, sus familiares dejaban allí ofrendas para ellos. Muchas veces estas ofrendas eran piedras y a los lugares en los que se acumulaban muchas se les denomina milladoiros. Con la conquista romana, estas tradiciones pervivieron y, de hecho, en la zona de Galicia y Asturias hay muchos miliarios con inscripciones de lares viales (dioses de caminos, como Mercurio) talladas en ellos. Cuando el cristianismo se hizo oficial, estos ritos en los cruces de caminos pervivieron y, para quitarles las connotaciones paganas, se erigieron cruces latinas en donde se hacían.
La Cruz de Ferro se puede considerar, por lo tanto, un cruceiro con un enorme milladoiro alrededor, que a fuerza de acumular piedras deja en evidencia la gran afluencia de las sendas jacobeas. La fuerza que transmite la imagen de tantas piedras y esperanzas depositadas a lo largo de los siglos convierte este hito en un lugar muy especial.
Tras coronar la Cruz de Ferro seguimos, preferiblemente la carretera, en ligera bajada hasta Manjarín. Antiguamente aquí había un pueblo que contaba con un hospital de peregrinos, pero hoy de eso sólo quedan los cimientos de las casas, que veremos a ambos lados de la carretera.
En pie sólo se encuentra uno de los albergues más inconfundibles del camino, la Encomienda Templaria de Manjarín, regentada por Tomás Rodríguez. Sintiéndose perpetuador de la tradición templaria, lleva años instalado en ese punto, ofreciendo por aportaciones voluntarias leche con galletas y agua. Hasta hace años no tenía ni corriente ni agua, aunque hace poco se instalaron dos placas solares.
Manjarín (Fotografía cedida por José Antonio Gil Martínez en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
NOS ADENTRAMOS EN EL BIERZO, PARAÍSO NATURAL POR EL QUE BAJAMOS HASTA MOLINASECA
Tras pasar Manjarín comenzamos uno de los descensos más fuertes del camino, que debemos hacer por carretera. Estamos oficialmente en el Bierzo y las impresionantes vistas del entorno nos acompañarán durante todo el recorrido. ¡Quién diría que hace 30 km cruzábamos estepas y páramos leoneses!
Durante los primeros 2,5 km el terreno está bastante nivelado, pero luego comienza una bajada que, aunque por carretera es más tendida que por las sendas peatonales, alcanza pendientes relativas del 13-14%. Especialmente inclinada es la llegada al Acebo de San Miguel, una pequeña población con un encanto abrumador y que es lo primero que visitaremos en el Bierzo.
El Acebo está situado en la falda de la montaña con la carretera como vértebra y calle principal. Casitas de piedra con empinados tejados negros de pizarra y balcones que ofrecen vistas espectaculares nos reciben ofreciendo diferentes servicios: albergues, bares y restaurantes.
A la salida del Acebo hay un monumento de hierro en forma de una bicicleta unida a un bordón. Recuerda a Heinrich Krause, un peregrino alemán que en el 1988 se despeñó con su bici en este lugar cuando se dirigía a Santiago por las sendas jacobeas tradicionales.
Los caminantes nos saludan desde el arcén izquierdo de la carretera hasta que se desvían por una senda que recorre la LE-142, primero por la derecha y luego por la izquierda. Nosotros pasamos de las señales y seguimos por el asfalto hasta llegar a Riego de Ambrós. La carretera bordea la población berciana por el norte y en una cota más alta.
En Riego de Ambrós se puede visitar la ermita de San Sebastián, con su fuente cercana, y la parroquia de Santa María Magdalena que acoge un bonito retablo del S. XVIII. Los peregrinos a pie abandonan el enclave por un camino de piedra y lascas de pizarra. Esta parte del camino es impracticable para ciclistas, así que si entramos en Riego de Ambrós lo mejor es que volvamos a la LE-142 para seguir con nuestra marcha.
Riego de Ambrós (Fotografía cedida por José Antonio Gil Martínez en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
Tras 5 km de descenso llegamos a Molinaseca, cuyo monumento más reconocible es el puente de piedra sobre el río Meruelo. No son pocos los caminantes que, tras la fuerte bajada de los montes del Bierzo, encuentran en la refrescante agua de este río a la mejor aliada para sus cansados pies.
Justo al pasar el cartel de entrada a Molinaseca, se alza al lado de la carretera la ermita de Nuestra Señora de las Angustias. Se dice que había allí una ermita ya en el S. XI, aunque lo que hoy vemos se construyó entre el S. XVI y el XX. Su cabecera se apoya tanto en la montaña que, de hecho, es parte de ella. El alto campanario que hay en el centro de la fachada occidental tuvo que hacerse en el 1931 para servir de contrapeso, ya que el empuje de la montaña amenazaba con tirar el templo.
Siguiendo la carretera se llega al puente de piedra, denominado comúnmente “Puente de los Peregrinos”. Se piensa que su origen data de tiempos romanos, pero no está demostrado. Sí que hay diferentes fuentes medievales que lo nombran desde el S. XII. Hoy tiene siete arcos de diferentes dataciones y tamaños, porque fue objeto de diferentes ampliaciones.
Al cruzar el puente nos vemos inmersos en el trasiego de la calle Real de Molinaseca donde encontraremos todos los servicios que necesitemos. La calle termina en la LE-142 de nuevo. Falta poco para llegar a Ponferrada, pero para los que prefieren parar en poblaciones pequeñas y disfrutar de la tranquilidad del campo, Molinaseca puede ser una buena opción.
Puente de Molinaseca (Fotografía cedida por José Antonio Gil Martínez en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
ÚLTIMOS KILÓMETROS HASTA PONFERRADA
Saliendo de Molinaseca seguimos por la LE-142, ya en un perfil mucho más sencillo, casi plano. En 5 km cruzamos el puente sobre el río Boeza y, después, las señales jacobeas indican tomar un desvío a la izquierda para coger un camino y desembocar en la Avda. del Castillo, ya en el núcleo urbano de Ponferrada. A la misma avenida se llega siguiendo la carretera sin tomar el desvío, así que es una cuestión de preferencias (el camino es totalmente ciclable).
Siguiendo la Avda. del Castillo llegamos al puente sobre el río Sil y, a nuestra derecha, aparece ante nosotros el monumental castillo templario de Ponferrada.
Si cruzamos el puente nos internaremos en la zona más moderna de la ciudad y, si nos quedamos en este lado, podremos ver el castillo y la plaza del Ayuntamiento.
¡Bienvenidos a Ponferrada!
Castillo de Ponferrada (Fotografía cedida por Alejandro Bolado en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
UN PASEO DE UNA TARDE POR PONFERRADA, MONUMENTAL ENCLAVE ENTRE EL SIL Y EL BOEZA
Ponferrada es una ciudad dividida en dos por el majestuoso río Sil. En la orilla oriental se encuentra la zona monumental, donde está la mayoría del patrimonio arquitectónico y cultural medieval de la ciudad, así como los diferentes museos. En la vera occidental está la parte más moderna de la ciudad, modulada y organizada urbanísticamente como un gran ensanche, donde se concentra la zona industrial, habitacional y de oficinas.
El tamaño y la monumentalidad de los lugares a visitar convierten a la capital berciana en un perfecto fin de etapa. Os proponemos un paseo de 12 minutos en el que en menos de 1 km encontraréis todas las pistas para conocer un poco este maravilloso enclave y entender cómo ha llegado a ser lo que hoy es. Podéis ver aquí el mapa de paseo.
Esperamos que disfrutéis de la capital del Bierzo, una comarca natural en torno al río Sil, que ha conseguido que todo lo que forme parte de su Denominación de Origen sea sinónimo de calidad y buen hacer.
¿Os animáis a conocer más a fondo Ponferrada?
Vista panorámica de Ponferrada (Fotografía cedida por José Luis Filpo Cabana en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
Todo empezó con el “pons-ferrata”, un puente de hierro para los peregrinos jacobeos
A pesar de que hay indicios de que en las orillas del Sil hubo algún tipo de asentamiento en la Edad de Hierro y en tiempos romanos, no hay ningún documento o fuente que lo confirme.
En cambio, sí hay documentos que reflejan claramente cómo en el año 1082 el obispo de Astorga da orden de que se construya un puente sobre el río Sil para facilitar el cruce a los peregrinos. En el puente se pusieron unas cadenas de hierro que impedían pasar si no se pagaba el peaje correspondiente, por lo que se le denominó “pons-ferrata”. Hay otros investigadores que creen que el nombre, en realidad, vendría dado del refuerzo de hierro que se puso en la estructura del puente. En la orilla oriental, tras el cruce del puente, surgió durante el siglo siguiente un poblado alrededor de una iglesia dedicada a San Pedro.
La otra parte del río estuvo deshabitada hasta que Fernando II, en la segunda mitad del S. XII, construye una pequeña fortaleza sobre un promontorio justo en la orilla del Sil. Alrededor comenzó a generarse otro asentamiento y, en el año 1178, el rey cedió el poder sobre esa parte del territorio a la Orden del Temple.
Como ya mencionamos, el cruce de los montes de León era una parte peligrosa del camino por la dura climatología, las variaciones de terreno y la gran cantidad de asaltantes que se escondían entre la densa vegetación. Los templarios, encargados de proteger a los peregrinos, ampliaron su fortaleza para tener una mayor vigilancia sobre la zona. En el año 1211 el sucesor de Fernando II, Alfonso IX, decidió donarle la ciudad al maestre de la Orden del Temple en Ponferrada, por lo que adquirieron el poder completo.
Como todo lo que rodea a los templarios, su mandato en pons-ferrata está lleno de leyendas milagrosas y hazañas imposibles. Se les atribuye, por ejemplo, el descubrimiento de la escultura de la Virgen del Bierzo (la “morenica”) en el tronco de una encina.
Durante los dos siglos siguientes la ciudad se amuralló y los templarios acumularon en esa zona un poder muy importante. Pero, como ya sabemos por etapas anteriores, la supremacía templaria terminó convirtiéndose en su propia desgracia. Vistos por la monarquía y hasta por la propia Iglesia de Roma como una amenaza a su autoridad, una serie de tejemanejes entre reyes y papas terminaron por suprimir en el año 1312 la Orden del Temple, a golpe de asesinato y expropiación.
Desaparecidos los caballeros templarios, los grandes beneficiados en Ponferrada fueron las grandes familias aristocráticas de las zonas cercanas: Castilla y Galicia. En la zona leonesa los Osorio que, como vimos en la etapa anterior, ostentaban el control de Astorga, tuvieron intermitentemente el de la fortaleza ponferradina. En Galicia, la familia de los Condes de Lemos, afincados en Monforte, también controlaron el castillo durante algunos momentos de los S. XV y S. XVI.
Las luchas de poder entre el Conde de Lemos y su hijo a principios del S. XVI terminaron con una gran batalla en el castillo. Los Reyes Católicos aprovecharon la situación de inestabilidad para decretar que la fortaleza pasaba a ser de su propiedad. Instalaron a un corregidor en Ponferrada para que llevase el control en su nombre y de esa manera se mantuvo la organización ponferradina hasta el S. XIX, siglos en los que la ciudad creció mucho dentro y fuera de las murallas.
Ya en el S. XX, la urbe cambió mucho con la llegada de la industrialización. Las minas de carbón e hierro cercanas se empezaron a explotar con maquinaria pesada y en el año 1949 se abrió una central térmica en la ciudad.
Hoy en Ponferrada viven unas 64 000 personas, que reciben cada día -como se ha hecho desde hace mil años- a los peregrinos que cruzan el Sil para proseguir con su camino a Compostela.
Ahora que conoces la historia de Ponferrada… ¿Te animas a conocer sus monumentos más importantes?
Barrio antiguo de Ponferrada (Fotografía cedida por Gabriel Fernández en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Comenzamos por el centro neurálgico: el castillo templario
A fuerza de ampliaciones históricas, el recinto del castillo que hoy podemos visitar en Ponferrada ocupa lo mismo que ocho campos de fútbol. ¡Tenemos visita para rato! Dejando a un lado el tamaño, lo que impresiona sobremanera de este monumento es su excepcional estado de conservación.
No explicamos cómo llegar porque es imposible estar en Ponferrada sin verlo. Tiene más de 8000 m2, con dobles y triples muros defensivos: torres almenadas de diferentes formas, barbacanas (huecos para disparar cañones) y muros ciclópeos; todo rodeando un inmenso patio interior.
El castillo en realidad es la unión de dos grandes proyectos. El primer castillo tiene su base en la construcción que los templarios hicieron en el S. XIII sobre lo que Fernando II había levantado previamente. Cuando cayó la Orden del Temple, el señor de Osorio levantó el denominado “Castillo Viejo” en un extremo del que había y, posteriormente, el Conde de Lemos lo amplió enormemente haciendo una fortaleza-palacio (“Castillo Nuevo”). La parte norte, por lo tanto, es lo que queda de la primitiva construcción del S. XII.
Todo el recinto poligonal del castillo estuvo rodeado por un foso, excepto la parte que directamente se alza sobre la orilla del río. Tras pasar por la puerta principal, de mampostería y flanqueada por dos grandes torreones, se entra al patio y desde él ya podemos ver la enorme torre del homenaje, estructura central del castillo.
A partir de la segunda mitad del S. XIX el monumento comenzó a deteriorarse notablemente, llegando incluso a construirse cuadras con sus piedras y a usarse su patio como zona de pasto. En 1924 se le da la distinción de Monumento Nacional Histórico Artístico y, por lo tanto, pasa a ser objeto de una protección especial. Comienza un proceso de rehabilitación que hoy en día ha terminado en la musealización del recinto. La entrada cuesta 6€ y los lunes está cerrado. El resto de días abre de 10.00 a 18.00 con una parada para comer de 14.00 a 16.00. Más información en la página del ayuntamiento.
Nos vamos de museos y a conocer a la patrona del Bierzo
Enfrente de la entrada al castillo de Ponferrada se encuentra el templo de San Andrés. Es relativamente nuevo (S. XVII) y en su interior se guarda una figura de Cristo que antes estaba en una capilla del castillo, por lo que se le llama el Cristo de la Fortaleza. Es de una sola nave y en su cabecera se alza un retablo barroco con 6 figuras en hornacinas, además de la del Cristo.
Siguiendo por la calle peatonal Gil y Damasco, que bordea el castillo, veremos a nuestra izquierda la oficina de turismo de Ponferrada y a la derecha el Museo de la Radio. El hecho de que haya aquí un museo de temática tan específica se debe a que esta ciudad es la que vio nacer a Luis del Olmo, uno de los locutores de radio con más trayectoria del país y que presentó el programa más longevo de la historia radiofónica española: “Protagonistas” tuvo más de 12000 programas. En este antiguo edificio del S. XVII, conocido como la “Casa de los Escudos”, se expone su colección de receptores en un espacio que expone las modas y usos que se han seguido en este medio de comunicación durante la historia. Para más información sobre horarios y precios consultar la página web del museo.
Fachada principal del museo de la radio (Fotografía cedida por Alejandro Bolado en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
Seguimos nuestro paseo subiendo por la calle Gil y Carrasco, que surge en frente a la fachada del museo. Entramos ya en la plaza de la Virgen de la Encina, donde se encuentra la iglesia homónima.
La Virgen de la Encina es la patrona de la comarca del Bierzo desde el año 1908. Hay diferentes leyendas sobre cómo se encontró esta santa imagen, la mayoría en relación a los templarios. Una de ellas dice que la imagen de la Virgen la trajo San Toribio en el S. V desde Jerusalén, cuando peregrinó hasta allí (os contamos la historia de este santo en la etapa anterior). Cuando se hizo obispo de Astorga guardó la imagen en la ciudad y en el S. IX, ante el ataque musulmán, el que era obispo en ese momento la sacó de Astorga y la escondió en una encina de un bosque. Seis siglos más tarde los templarios decidieron ampliar su castillo, para lo que necesitaron madera en la construcción. Un 8 de septiembre, día de la Virgen, salieron a por ella y al cortar un tronco de una encina la imagen se apareció ante ellos entera, sin un rasguño.
La imagen de la Virgen se expone en la cabecera de su basílica, en un camarín ante el retablo mayor. La talla que vemos es del S. XVI, del mismo siglo en el que se edificó el templo. Antes había allí una iglesia dedicada de finales del S. XII, pero como era muy pequeña se decidió tirarla para hacer esta. La construcción del templo actual fue tormentosa ya que tuvo que pararse varias por epidemias de peste, problemas administrativos, etc. Casi se tardó dos siglos en terminarla, por lo que aunque el conjunto sea muy armonioso hay diferentes influencias en ella, desde el tardogótico, renacimiento inicial, clasicismo y de alguna manera el barroco gallego.
Basílica de la Virgen de la Encina (Fotografía cedida por Zarateman en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
Seguimos por la calle Reloj y nos paramos en el Museo del Bierzo y en la Torre del reloj
Seguimos por la calle Reloj y nos paramos en el Museo del Bierzo y en la Torre del reloj
Saliendo de la plaza de la Virgen de la Encina por el norte, entramos en la calle Reloj. Casi en su parte final, antes de llegar la Plaza del Ayuntamiento, vemos a nuestra derecha el Museo del Bierzo.
Aunque se decidió llevar a cabo este proyecto en 1966, no se empezó construir hasta 1984 y se terminó 12 años más tarde. El edificio que ocupa fue, durante muchos años, en el que vivió desde el S. XVI el corregidor de la villa, máximo mandatario de Ponferrada en nombre del rey. El principal objetivo del museo es exponer la historia de la ciudad de Ponferrada y, en mayor medida, de toda la comarca del Bierzo. Hay piezas desde el Paleolítico hasta el S. XX. Por las tardes sólo abre de 16.00 a 18.00, así que si os interesa visitarlo pero no os da tiempo a verlo por la tarde, podéis entrar al día siguiente a partir de las 10.00.
Tras pasar por delante del museo cruzaremos por debajo de un arco sobre el que se alza la Torre del Reloj. En realidad, el arco es la única puerta que queda de las murallas medievales que bordeaban todo el perímetro de Ponferrada. Sobre ella se construyeron dos cuerpos en el S. XVI, el primero con el escudo de Felipe II y el de arriba con el reloj en su parte superior. El tercer cuerpo que vemos hoy, con una campana, se hizo en el siglo siguiente.
Torre del Reloj (Fotografía cedida por Lancastermerrin en Wikimedia bajo las siguientes condiciones)
En el Museo del Bierzo se guarda el mecanismo original que se instaló en el reloj en el S. XVI. Desgraciadamente no es posible subir a la torre del Reloj, desde la que seguramente las vistas serían espléndidas.
Tras cruzar la antigua puerta de la muralla medieval, nos encontraremos en la Plaza del Ayuntamiento. Tanto en la propia plaza como en las calles aledañas encontraremos muchos locales de hostelería en los que podremos probar lo mejor de la gastronomía berciana: pimientos asados, vino, castañas, cerezas, etc. Como plato elaborado no puede faltar el botillo, carne de cerdo adobada que se embute y se ahuma. Se come cocido y acompañado de patatas, legumbres o verduras. ¡Toda una delicia que nos aportará mucha energía!
Si aún no tenéis apetito y preferís seguir caminando un poco, en Tournride os proponemos que vayáis al puente de la Puebla y paseéis un poco por la orilla del Sil. Para llegar hay que salir de la Plaza del Ayuntamiento por la Calle Sta. Beatriz de Silva y bajar después por la Calle la Calzada. Se llega directamente al puente, donde se supone que antiguamente se encontraba el pons-ferrata que dio nombre a la villa. Tras cruzarlo está la plaza de San Pedro, donde estaba hace siglos la iglesia en torno a la cual se formó el primer asentamiento medieval de la zona.
Recomendamos pasear por la orilla oriental del Sil hasta volver a cruzar por el puente del Castillo y terminar en el punto de partida de nuestro paseo.
Mañana damos un paso de gigante en nuestro peregrinaje… ¡Entramos, por fin, en Galicia! Cada vez más cerca del final, desde Tournride os deseamos que disfrutéis al máximo de vuestra experiencia. Para ello, mañana seguiremos siendo vuestros acompañantes en vuestro Camino Francés en bicicleta.
¡Buen Camino, peregrinos!