Distancia a Santiago: 150 km
Distancia en etapa: Vía San Xil 40 km / vía Samos 46 km
Tiempo estimado: 5 – 7 horas
Cota mínima: 450
Cota máxima: 1339 m
Dificultad de la ruta: Media
Lugares de interés: Triacastela, Samos, Sarria
Mapa de itinerario: Para ver el recorrido en Google Maps pincha aquí
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En esta etapa se nota de manera notable el cambio de comunidad. Dejamos atrás Castilla y León y nos adentramos en Galicia: caminos “rompepiernas”, infinidad de pequeños pueblecitos e inmersión en el verde rural. No hay grandes ciudades hasta Santiago, pero hoy terminaremos en Sarria, en donde encontraremos todos los servicios.
La ruta de hoy se caracteriza por comenzar con un descenso pronunciado desde O Cebreiro, intercalado con dos saltos en forma de pequeñas rampas. Desde el Alto do Poio el perfil será de continua bajada hasta Triacastela.
En Triacastela debemos elegir itinerario, ya que hay dos variantes. El camino más tradicional, que es más corto y directo (aunque de perfil más complicado) es el de San Xil, hacia el norte. La variante sur es 6,5 km más larga, pero el desvío se justifica por la visita al monasterio de Samos, uno de los más monumentales conjuntos monásticos de Galicia.
Os contamos de manera más detallada todo sobre esta etapa bajo estas líneas… ¡Tournride os desea buen camino!
Camino Francés en Galicia (Fotografía cedida por tunante80 en Flickr bajo las siguientes condiciones)
PERFIL Y RECORRIDO GENERAL DE ETAPA
Esta etapa tiene un primer tramo común, desde O Cebreiro hasta Triacastela. En Triacastela el camino se bifurca y se vuelve a unir 5,5 km antes de Sarria, en Aguiada.
Hasta Triacastela podemos escoger usar los senderos peatonales o seguir el curso de la LU-633. La carretera se puede coger ya en O Cebreiro (en la parte septentrional del pueblo) y nos lleva directos, pasando por todas las poblaciones de etapa. El perfil es más tendido que por los senderos peatonales, con menos saltos. Aún así, desde que salimos de O Cebreiro hay que subir primero hasta el Alto de San Roque y luego hasta el de Poio (1339 m, cota máxima del Camino Francés Galicia). Desde el Alto de Poio se baja hasta Triacastela, primero suavemente y luego con pendientes de hasta el 17%.
Si vamos desde O Cebreiro hasta Triacastela en bicicleta por los senderos peatonales, seguramente en algún punto tengamos que bajarnos y empujar la bici, especialmente en las dos primeras subidas a los altos. El firme es muy pedregoso en muchos puntos de los senderos, tanto de subida como de bajada.
El itinerario peatonal sale del camino empedrado al lado del albergue municipal. Este lleva a un sendero estrecho, que desemboca después en una ancha pista forestal y en unos metros en la LU-633, para entrar en Liñares (3,2 km). Por un sendero paralelo a la carretera seguimos hasta el Alto de San Roque y después hasta Hospital de la Condesa (5,7 km). Unos metros después de pasar por Hospital de la Condesa la ruta vuelve a separarse de la LU-633 para pasar por Padornelo y subir hasta el Alto de Poio, pero en Tournride recomendamos que en este tramo sigáis por carretera. La rampa final de subida tiene una inclinación media del 13%y está formada por grandes piedras sueltas.
Desde el Alto de Poio (8,5 km) el sendero peatonal es de piedra, no excesivamente ancho y discurre paralelamente a la LU-633. Tras pasar por Fonfría (12 km) la carretera y el sendero se separan un poco antes de O Biduedo. Los caminos jacobeos que unen O Biduedo (14,3 km), Filloval (17,3 km), Ramil y Triacastela (21,1 km) son de firme de tierra, a veces pedregoso, pero son ciclables.
Corredoira desde Ramil a Triacastela (Fotografía cedida por Gus Taf en Flickr bajo las siguientes condiciones)
En Triacastela el camino se bifurca hasta Aguiada: podemos ir por San Xil (14 km de ruta) o por Samos (20,5 km de ruta). El camino por San Xil es de perfil más complicado que el de Samos y en la primera mitad no hay opción de circular por carretera, hay que hacerlo por sendas. La ruta se bifurca al final de la calle principal de Triacastela, con dos señales que lo indican.
- La ruta por San Xil se desvía hacia el norte, por una pista asfaltada que sale de la LU-633 indicando “San Xil” y que, con una pendiente media del 8% nos lleva hasta A Balsa. El tramo desde ahí a San Xil (25,8 km) se hace por sendas de firme complicado con bastantes saltos, aunque esto puede evitarse siguiendo por la pista asfaltada previa. Desde San Xil la pendiente se relaja hasta el Alto de Riocabo, cota más alta de este camino alternativo (890 m).
Desde este punto el camino se adentra en el monte y es de permanente bajada, primero con media del 4% hasta Montán (28,9 km) y luego más tendido pero con marcados saltos pasando por Fontearcuda (29,6 km), Furela (31,5 km) y Pintín (32,8 km). La primera parte entre el alto de Riocabo y Montán se realiza por un camino en el que hay que extremar la precaución, ya que hay un tramo con grandes piedras que crean una escalera natural. Puede evitarse siguiendo por la carretera hasta el cruce con la LU-5602, que sigue directa hasta Sarria pasando por todas las poblaciones de etapa.
- La ruta por Samos se coge girando a la izquierda en Triacastela y es de perfil muy sencillo (la cota máxima es de 592 m). La LU-633 sigue gran parte de su itinerario, pasando por todas sus poblaciones hasta Teiguín, pueblo posterior a Samos. En Teiguín la carretera sigue hacia el oeste, directa hasta Sarria, pero el camino peatonal abandona la carretera para unirse al norte con la vía de San Xil.
En la primera parte de la ruta, desde Triacastela hasta San Cristovo (24,9 km), los peregrinos a pie van con nosotros por el arcén de la LU-633. Antes de entrar a San Cristovo la senda senda se aleja de la carretera y se vuelve a unir en Renche (26,6 km). Se vuelve a bifurcar al salir del pueblo y pasa por Freituxe (28,4 km) y San Martiño do Real (29,5 km). Si vamos por carretera no pasaremos por Freituxe. Desde San Martiño falta poco para llegar a Samos, que abandonamos por la LU-633. Tras pasar Teiguín una señal jacobea indica hacia una pista asfaltada en rampa que sale a la derecha de la carretera. Si la cogemos pasaremos por Pascais (33,9 km), Sivil (39,8 km) y Calvor hasta desembocar en Aguiada, donde podremos seguir la LU-5602 hasta Sarria. Si queremos acortar el camino es mejor seguir la LU-633 desde Teiguín hasta Sarria, obviando el desvío.
Tramo del Camino por San Xil (Fotografía cedida por Fresco Tours en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Como veis, esta etapa da bastantes oportunidades de itinerario, ya que podemos elegir todo el tiempo entre ir por el camino peatonal o por carretera y además tenemos dos rutas a elegir en el tramo final de la etapa, con conexiones entre ellas o directas con Sarria. Qué camino escoger es una decisión personal y cualquiera de ellas nos dejará un buen recuerdo, ya que todas discurren por un entorno natural increíble. La carretera es también una de las más bonitas del interior de la comunidad, siendo uno de sus tramos el más alto de toda la red de carreteras Galicia.
Como muchas veces nos pedís consejo directamente sobre qué ruta tomar, para terminar os dejamos la ruta que en Tournride aconsejamos para combinar la seguridad con la visita a las localidades jacobeas con más patrimonio, siempre primando ir por los caminos peatonales. Si la climatología es muy mala o hay excesiva afluencia de peregrinos, recomendamos ir por carretera con las señalizaciones de seguridad adecuadas:
- O Cebreiro – Alto do Poio: LU-633
- Alto do Poio – Triacastela: ruta peatonal extremando las precauciones
- Triacastela – Sarria:
- Ruta por San Xil. Seguir el camino peatonal hasta A Balsa. Carretera desde allí hasta Montán. De Montán a Sarria ir por la sendas peatonales.
- Ruta por Samos. Usar las sendas peatonales. Desde Teiguín facilita seguir la LU-633, pero el camino jacobeo que conecta con Aguiada es completamente ciclable.
CONSEJOS PRÁCTICOS
- Muchos peregrinos a pie comienzan su camino en O Cebreiro, aunque no tantos ciclistas lo hacen porque no se cumple la distancia mínima para obtener la Compostela (deben hacerse 200 km como mínimo). Aún así, cada uno es libre de decidir qué hacer según su tiempo y sus apetencias así que, como siempre, os dejamos información sobre cómo llegar a O Cebreiro.
En este caso, no hay autobuses (¡ni mucho menos trenes o aviones!) que vayan directos a O Cebreiro. Lo mejor es ir a Piedrafita do Cebreiro, localidad con la que Alsa sí que tiene bastantes conexiones desde Lugo y Santiago. También conecta con grandes ciudades como Madrid o Barcelona, aunque con menos frecuencia. Una vez en Piedrafita no queda otra opción que coger un taxi o caminar hasta el pueblo, son 3,5 km y el precio de un taxi suele ser cerca de 10€.
Además, ya sabéis que en Tournride os dejamos la bici durante el día anterior al de inicio de vuestro viaje en el alojamiento que decidáis en O Cebreiro. También podemos llevarnos vuestro equipaje sobrante para que os esté esperando en vuestro fin de camino, ¡así no tendréis que cargar con peso innecesario!
- Cuidado con perderse desde Triacastela a Samos. Hay muy pocas señales jacobeas verticales, mayoritariamente hay flechas amarillas. Hay veces que se modifican un poco las flechas para hacer pasar a los peregrinos por algunos negocios privados. Además, en esta zona se hacen carreras de trail running y hay flechas azules marcadas en los árboles para guiar a los participantes, ¡recordar que las nuestras sólo son las amarillas, seguimos la herencia de Valiña! Si miráis un poco nuestro mapa de etapa antes de salir u os imprimís nuestro mapa de etapa en PDF, no tendréis problema.
- Si váis por los caminos peatonales extremar las precauciones en los cruces con la carretera, ¡hay bastantes!
- Como en la etapa anterior aconsejamos estar atentos a la climatología, aquí es muy cambiante y puede obligarnos a tener que tomar un itinerario específico, especialmente con mucho viento, lluvia o nieve. En épocas de lluvia o nieve o con excesiva afluencia de peregrinos en Tournride aconsejamos hacer la ruta entera por la LU-633.
- En Galicia encontraréis pequeñas poblaciones cada muy pocos kilómetros, por lo que no es necesario que carguéis con comida o bebida en exceso. Aún así, algunas de las poblaciones de esta etapa (sobre todo las de la ruta de San Xil) no dirigen parte de sus negocios a los peregrinos, sino que son completamente rurales. Por ello, en muchas no encontraréis ningún servicio.
- Si escogéis la variante a Samos porque queréis visitar el monasterio, os recomendamos que miréis el día anterior los horarios de visita, ya que no son muy amplios.
ITINERARIO DETALLADO Y PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO
Como en la etapa anterior, este tramo del Camino Francés combina un gran interés paisajístico y natural con la parada en algunos enclaves monumentales de gran relevancia patrimonial, como el monasterio de Samos. Entretanto, pasaremos por decenas de pequeños enclaves rurales, una configuración habitacional muy típica de Galicia; donde en lo rural se vive “cerca pero separado”. ¡No en vano en Galicia están el 39%de los núcleos de población de España, aunque sólo viva el 5,8% de la población del país!
La primera parte de la etapa, hasta Fonfría, la haremos por el tramo de carretera más alto de Galicia, que discurre por los Ancares . Esta frontera natural y política que hemos cruzado en la etapa previa ha sido declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Conserva en todo su esplendor su naturaleza y debido a la intrincada configuración del terreno siempre ha estado en una situación de relativo aislamiento, lo que ha favorecido que sus tradiciones y arquitectura popular hayan pervivido. Esto ya pudimos verlo en O Cebreiro, con sus pallozas y casas de granito y pizarra, pero hoy se hará más notable al ver más poblados en la lejanía y discurrir por algunos de ellos.
Después iremos hasta Sarria por el límite norte de la Sierra do Courel, una de las áreas naturales protegidas más importantes de Galicia. Ocupa más de 21000 hectáreas, repletas de valles entre montañas con bosque mediterráneo y atlántico. En ellos habitan centenares de especies, muchas de ellas también protegidas. Hay lobos (no os preocupéis, ¡rehúyen a los humanos!) y águilas y búhos reales, aunque cada vez son más difíciles de encontrar. Antes había osos pardos, aunque hoy su hábitat en Galicia se reduce a Los Ancares.
¡Bienvenidos a la tierra del Apóstol!
Ancares (Fotografía cedida por Oscar Gende Villar en Flickr bajo las siguientes condiciones)
DESDE O CEBREIRO HASTA TRIACASTELA, EL PERFECTO TRAMO DE MONTAÑA
Abandonamos O Cebreiro y, por senda o carretera, llegamos en poco más de 3 km hasta Liñares, nuestra primera población de etapa. Con menos de 70 habitantes que en su mayoría se dedican a la agricultura y ganadería, esta población recibe a los peregrinos con su iglesia dedicada a San Esteban (Santo Estevo en gallego) que se cree que fue fundada en el S. VIII. Antiguamente esta parroquia dependía del importante monasterio de Santa María do Cebreiro, a quienes suministraban lino, de ahí su nombre actual.
El camino peatonal cruza la carretera a la salida de Liñares y sigue por una senda de piedras hasta el alto de San Roque primero y el de Poio después. Es un camino bastante “rompepiernas”, con continuas subidas y bajadas. También podemos ir por la LU-633.
El Alto de San Roque (1275 m de altitud) se marca con una imponente estatua de bronce. El escultor gallego Jose María Acuña la hizo en 1993 y trató de reflejar la dureza del camino que el peregrino ha de recorrer por esos puertos. Vestido con las ropas medievales jacobeas, se sujeta el sombrero con una mano para que no le vuele con el viento, mientras se apoya en su bastón para continuar ascendiendo. Las vistas del entorno desde este punto son imponentes.
Estatua de Santiago (Fotografía cedida por Fresco Tours en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Desde este punto la bajada es un poco abrupta por los senderos peatonales, aunque por la carretera se baja de manera más suave. Se pasa por Hospital de la Condesa (km 5,7), llamado así porque tenía antiguamente un hospital de atención a los peregrinos, quizás patrocinado por alguna aristócrata.
Desde Hospital de la Condesa el camino peatonal discurre por una senda de grava paralela al arcén derecho de la carretera y se se separa de ella 800 metros después, en un desvío a la derecha. Este desvío nos lleva a Padornelo y de ahí al alto de Poio, por donde vuelve a pasar la LU-633. Este tramo de subida al alto de Poio recomendamos hacerlo por la carretera, dado lo pedregoso del firme y la fuerte rampa final, de escasos 300 metros pero muy empinada.
El alto de Poio es, con sus 1339 metros de altitud, el punto más alto que pisaremos en toda Galicia. Esto ofrece unas vistas muy llamativas de toda la sierra circundante.
Desde el alto de Poio hasta Fonfría hay 4 km, que los peatones realizan por el arcén izquierdo de la carretera. Nosotros los recorremos rápidamente porque el perfil es prácticamente plano.
Fonfría (km 12) es un pequeño pueblo cuyo nombre deriva de “fonte fría” (“fuente fría”, en gallego), en referencia a los manantiales de agua de montaña. En este caso, aún queda una fuente que vemos a la entrada del pueblo y que mana agua de la sierra do Rañadoiro.
Tras recorrer 1 km desde Fonfría entramos en el municipio de Triacastela y el primer pueblo que visitamos en este término es O Biduedo (km 14,3), en donde hay una sencilla capilla dedicada a San Pedro. En la zona de Lugo surgen muchos abedules (“bidueiros” en gallego) en la orilla de ríos o regatos y en este pueblo antiguamente debía haber muchos, de ahí que le quedase este nombre.
Desde O Biduedo la línea de la carretera y del camino peatonal se distancian, adentrándose el segundo en la montaña. La mayoría del tramo es ciclable, aunque habrá momentos en los que el firme se componga en parte de lascas de pizarra, por lo que se aconseja extremar las precauciones.
Estas montañas eran escenario en la Edad Media de una tradición muy simbólica, que se relata en el Códice Calixtino. Se dice que en la undécima etapa, que iba desde Villafranca del Bierzo hasta Triacastela (Aymeric iba a caballo, de ahí que recorriera distancias tan grandes), los peregrinos debían coger una piedra de estas montañas de Triacastela y cargarla hasta Castañeda, por donde pasaban en su última etapa, que iba de Palas a Compostela. En Castañeda debían dejarla en los hornos de cal de la localidad, donde se preparaba la argamasa para la construcción de la catedral. De esa forma, todos los peregrinos ponían su granito de arena en el levantamiento de la casa de Santiago.
Vistas de las montañas de Triacastela (Fotografía cedida por Rocío Guerrero en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Pasamos por la pequeña población de O Filloval (km 17,3) u O Fillobal, como nos apetezca, ya que esta población puede escribirse con “b” con “v” y con el artículo o sin él… ¡Nadie tiene muy claro cuál es la forma correcta, ni en gallego ni en castellano! Tras pasar por este confuso punto ortográfico, el camino se cruza con la LU-633 para cruzar Pasantes, al otro lado de la carretera. Justo antes de entrar en Triacastela se pasa por Ramil, un pequeño enclave rural que guarda un tesoro natural: un gran castaño centenario. No se sabe la edad exacta de éste árbol, ¡pero se piensa que puede tener cerca de 800 años!
Castaño de Ramil (Fotografía cedida por Gus Taf en Flickr bajo las siguientes condiciones)
En Ramil estamos prácticamente en la entrada al núcleo urbano de Triacastela, a donde llegamos por una senda de tierra entre árboles y áreas de pasto. Ya en Triacastela, nos daremos cuenta de que en esta villa jacobea el impacto del Camino de Santiago y su discurrir de peregrinos es fortísimo, sobre todo si la visitamos desde junio a septiembre.
Esta afluencia no es nueva, sino que cuando en los S. XII y XIII la peregrinación estaba en auge, Triacastela ya tenía más peregrinos que habitantes. De hecho, se dice en el Códice Calixtino que muchos hosteleros de Compostela se acercaban a Triacastela para convencer a los peregrinos de que cuando llegasen a Santiago se alojasen en sus mesones. Les prometían que eran los mejores y les guardaban una cama a cambio de un pago, pero muchas veces al llegar los peregrinos veían que el alojamiento no cumplía para nada sus expectativas y que les habían cobrado de más.
Los intentos de engaño no estaban permitidos, tanto es así que en Triacastela había una cárcel de peregrinos. Se encerraba allí a quienes se hacían pasar por caminantes para aprovecharse de la buena voluntad de las personas y conseguir limosna, alimentos o cama gratis. Este antiguo edificio se encuentra hoy casi en ruinas y lo podemos ver antes de entrar en la plaza mayor.
Triacastela debe su nombre a la supuesta existencia antiguamente de tres castros o castillos en la zona (los historiadores no se ponen de acuerdo). También hay quien dice que el topónimo deriva de su condición de lugar de paso hacia Castilla, aunque estos son los que menos.
Monumento al peregrino en Triacastela (Fotografía cedida por Rocío Guerrero en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Lo que está claro es que tiene una gran tradición jacobea, que también se evidencia en su urbanismo, ya que su calle principal coincide con el trazado del Camino y su nombre no deja lugar a dudas, ya que se llaman rúa do Peregrino y rúa Santiago. Además, su iglesia parroquial está dedicada al apóstol y se cree que seguramente el antiguo hospital de peregrinos estaría asociada a ella. Se conserva el ábside románico del templo, aunque el resto es barroco (S. XVIII) y en su retablo mayor luce una gran imagen de Santiago vestido como peregrino. En su torre hay un escudo grabado con tres torres de castillos, lo que dio pie a la teoría de que el nombre de la localidad derivaría de este hecho.
Triacastela es un buen lugar para hacer un descanso y tomar algo en alguno de los múltiples locales de hostelería que podremos encontrar. Después, debemos seguir recto su calle mayor y decidir qué ruta queremos tomar para llegar a Sarria.
Iglesia de Triacastela (Fotografía cedida por Alejandro Moreno Calvo en Flickr bajo las siguientes condiciones)
DE TRIACASTELA A SARRIA POR SAN XIL
La ruta de Triacastela a Samos nació hace siglos por la influencia del imponente monasterio que allí se encuentra, pero la de San Xil nació por el uso del sentido común. En bicicleta la lógica de las distancias no es la que más pesa, pero caminar 5 km sí que se nota. ¡Sobre todo cuando uno se mueve en una orografía tan difícil como la gallega!
Por San Xil tardamos menos en llegar y, al igual que por Samos, recorremos un paisaje espectacular. El perfil de esta ruta es más complicado que el de Samos, exige mayor esfuerzo físico en las rampas iniciales hasta el alto de Riocabo y más capacidad técnica en la bajada (si la hacemos por los senderos peatonales).
Para coger esta ruta hay que abandonar Triacastela girando a la derecha al final de su calle principal. Tras cruzar la carretera cogemos una pista asfaltada con flechas amarillas y señales que indican “San Xil”. Esta parte del camino es sencilla y nos lleva a A Balsa en cerca de 2 km, nuestra primera población de esta ruta.
A Balsa es una pequeña población rural en la que hay una capilla dedicada a Nuestra Señora de las Nieves. Nuestra visita se convertirá en un preludio de lo que nos espera hasta Sarria: pintorescas poblaciones de minúsculo tamaño que mantienen su esencia rural y tradicional al máximo, estando poco acostumbradas a sacar provecho económico del visitante peregrino.
Desde A Balsa hasta San Xil el camino peatonal es complicado: con saltos y un firme de piedras y tierra que se embarra si ha llovido (algo común en la zona). Si queréis ahorraros esta parte, podéis salir de A Balsa y seguir por la carretera. Por el camino peatonal la visión de la naturaleza es más salvaje, pero por carretera las vistas también serán maravillosas y podremos disfrutarlas más.
Camino desde Triacastela a San Xil (Fotografía cedida por Fresco Tours en Flickr bajo las siguientes condiciones)
San Xil (km 25,8) es una población muy pequeña y sin servicios, pero su toponimia indica que seguramente tenga un pasado jacobeo bastante marcado. El santo al que se dedica el pueblo es muy importante en Francia, especialmente en los lugares de paso de la ruta a Santiago, por eso seguramente la relación del lugar con la peregrinación venga de antiguo.
La subida desde San Xil hasta el Alto de Riocabo se hace por carretera. No es excesivamente dura, pero quizás el esfuerzo realizado en la etapa anterior haya hecho mella y nos cueste un poco más de lo normal. El alto de Riocabo marcará un cambio en la dinámica de la ruta, ya que comienza el descenso hasta Sarria. El camino peatonal se adentra en el monte por “corredoiras”, caminos de tierra y piedras entre grandes robles o “carballos”, como dirían los lugareños.
Partes de este descenso son bastante complicadas, incluyendo un tramo con grandes piedras que se amontonan como si fuese una escalera. Con la lluvia se vuelve bastante resbaladizo y dado que es en bajada, debemos sacar a relucir al máximo nuestras habilidades técnicas. Si no nos vemos capaces lo mejor es que obviemos el desvío en el alto de Riocabo y sigamos por la pista asfaltada. Desembocaremos en la LU-5602 y desde ahí podemos seguir la carretera hasta Sarria o desviarnos al camino peatonal en cualquiera de los múltiples cruces entre ambos.
Vistas en la subida al Alto de Riocabo (Fotografía cedida por Fresco Tours en Flickr bajo las siguientes condiciones)
La siguiente población a la que se llega, tanto por senda como por carretera, es Montán. El camino no llega a entrar en esta pequeña población rural y desde aquí hasta Sarria las sendas son mucho más ciclables que las que nos han traído desde Triacastela.
Si nos interesa, podemos desviarnos al pueblo para ver la iglesia de Santa María de Montán. El templo es románico, de fábrica sencilla (mampostería y pizarra), con un pórtico de entrada sobre el que se abre una pequeña ventana. En el interior llama la atención la altura de la nave, que parece menor desde el exterior. El retablo mayor es neoclásico (S. XIX).
Dejando atrás Montán, seguimos pedaleando en ligera bajada hasta Fontearcuda (km 29,6) y, desde allí, una senda de tierra nos lleva a cruzar la LU-5602 y un río. Después pedaleamos unos 700 metros entre campos y desembocamos de nuevo en la carretera.
La carretera pasa por el medio de Furela (km 31,5) tan sólo 500 m más tarde y, tras pasarlo, entramos ya en el municipio de Sarria. En esta pequeña población sin servicios hay una sencilla capilla dedicada a San Roque, pintada de blanco por fuera y con una espadaña en la portada principal. Tras rodear la capilla, la senda vuelve a cruzar la carretera y el Camino sigue en paralelo a la carretera, para poco a poco ir distanciándose hasta entrar en Pintín.
Desde Pintín (km 23,8) hasta Aguiada se discurre primero por asfalto y luego por una senda que se interna en el bosque. El firme puede resultar un poco complicado, ya que es pedregoso y si llueve puede embarrarse. Sino, siempre podemos ir por la LU-5602. En Aguiada (km 34,7) nos reunimos con los peregrinos que han ido por la ruta de Samos y con ellos recorremos los pocos más de 5 km que nos faltan hasta Sarria.
Aguiada es una pequeña localidad de menos de 50 habitantes, que tiene servicios de atención a los peregrinos y una pequeña capilla rural dedicada a Nuestra Señora de la Asunción.
Desde Aguiada el Camino discurre permanentemente pegado a la LU-5602, por lo que para nosotros será mucho más cómodo ir por el arcén.
Tramo del Camino San Xil (Fotografía cedida por Fresco Tours en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Si algunos peregrinos en la Edad Media (¡con lo que costaba entonces avanzar cada kilómetro!) decidían aumentar la distancia de su Camino sólo por pasar por el maravilloso enclave monástico de Samos, es que algo especial tiene que tener este lugar.
Muchos peregrinos a pie deciden ir por la ruta de San Xil para evitar en lo posible tramos de asfalto, ya que esta ruta cuenta con un par de ellos. Para nosotros puede convertirse en un punto a favor, ya que tras la dura etapa del día anterior podremos ir por una carretera sin excesivo tráfico, cuyo perfil es más sencillo que el del San Xil. Además, el recorrido por asfalto no empobrece la vista del imponente paisaje natural que nos rodea durante toda la ruta: árboles centenarios típicos del bosque de ribera atlántico, como robles, castaños y abedules.
Para ir por esta ruta debemos girar a la izquierda al final de la calle principal de Triacastela, pasando por el ayuntamiento y la plaza de la Diputación. Después, las flechas nos indicarán que retomemos la LU-633. Los primeros 4 km hasta San Cristovo do Real se hacen por la carretera, en ligera pendiente negativa.
En este tramo por asfalto puede llamarnos la atención cómo partes de la carretera se encajan entre altas paredes verticales de piedra. Estamos circulando por el Desfiladero de Penapartida, lugar que según dice la leyenda de la zona se formó durante una peregrinación de la Virgen a Compostela. Al llegar a esa zona se encontró que una enorme roca le impedía seguir su camino, así que llamó a dos ángeles que bajaron del cielo enviando con ellos un enorme rayo que partió la roca en dos, creando este espacio natural que siglos después se aprovechó para hacer la carretera.
Desde la carretera un desvío a la derecha nos lleva a una senda de grava en fuerte pendiente por la que entramos en la aldea de San Cristovo. Esta pequeña aldea de menos de 35 habitantes parece que ha sido detenida en el tiempo, ya que conserva mucha de su arquitectura popular (aunque algunos ejemplos están en mejor estado que otros). Su iglesia parroquial (S. XVII) cobra importancia por su retablo mayor, una joya churrigueresca escondida en el rural gallego. El río Oribio pasa por la mitad del pueblo y sus orillas se llenan de grandes árboles. Para salir del pueblo debemos cruzar el caudal por un puente y, después, nos internamos en el monte por corredoiras y grandes pistas entre árboles.
Durante los siguientes 5,5 km, desde San Cristovo hasta San Martiño do Real, el camino discurre entre plena naturaleza. A pesar de que hay partes con bastantes saltos y algún tramo tiene el firme un poco inestable, a no ser que haya llovido el camino debería poder hacerse en bicicleta sin ningún problema.
Al salir de la aldea de San Cristovo pasamos por el albergue público Casa de Lusío, que ocupa un antiguo pazo del S. XVI cuya última dueña cedió a la comunidad benedictina de Samos. Ésta, a su vez, se lo cedió a la Xunta de Galicia, quien comenzó a rehabilitarlo en el 2007 para que recuperase una función que ya había tenido en el pasado, la de hospedería. Hoy en día las antiguas estancias nobles de la residencia se llenan de literas y de rincones de descanso para los peregrinos, habiendo sido restauradas de manera moderna pero respetando al máximo su configuración original, así como sus elementos constructivos más distintivos, como sus arcos exteriores, su escudo (marcado con ocho vieiras) o su gran chimenea cónica en lo que era antes la cocina. El antiguo pazo se rodea por una finca de 15 hectáreas, en la que hay antiguas caballerizas, un molino, una herrería o una capilla.
Casa Forte Lusío (Fotografía cedida por Xacobeo en Flickr bajo las siguientes condiciones)
El albergue también cuenta con unos espacios pensados con función expositiva y museística. La idea inicial era instalar allí una exposición permanente sobre Vicente Vázquez Queipo de Llano, un matemático, físico y político que nació en este pazo en 1804. Lo más conocido de su legado es su desarrollo de las tablas logarítmicas que aún se siguen usando hoy en día y por las que recibió un premio en la Exposición Universal de París de 1867.
Por caminos tapados por las hojas de las copas de los árboles, entre las que la luz se cuela para dibujar caprichosas formas que desatan nuestra imaginación y nos transportan a un mundo fantástico (no en vano “El bosque animado” se inspiró en el bosque gallego), recorremos poco menos de 2 km hasta Renche.
Senda en el bosque hacia Samos (Fotografía cedida por Luca Terzaroli en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Renche (km 26,6) se encuentra hoy en el margen de la LU-633 y es una pequeña población rural que el Papa donó en el S. XVI al monasterio de Samos, con la condición de que los monjes acudiesen cada día allí con comida y vino para los peregrinos. Su iglesia está dedicada al apóstol, aunque su mayor atractivo es, sin duda, su maravilloso entorno natural, en el que nos internamos al salir de la localidad para recorrer otros 2 km hasta Freituxe.
En este tramo desde Renche hasta Freituxe el firme y el perfil es muy cambiante, ya que hay algunos toboganes de tierra, piedra o grava. A Freituxe (km 28,4) se llega subiendo. Pocos servicios encontraremos en esta localidad y, tras pasarla, nos espera el tramo más complicado de esta ruta, sobre todo debido al firme, en el que hay grandes piedras sueltas. Es necesario extremar la precaución y, si queremos evitarlo, no tenemos otra posibilidad que la de ir directos por carretera desde Renche hasta San Martiño sin pasar por Freituxe. Aunque, en este caso, es una pena perderse este bonito entorno natural.
En San Martiño do Real (km 29,5) estamos de nuevo en el margen de la LU-633. Nos falta poco para llegar a Samos, pero quizás merezca la pena hacer una parada en la iglesia dedicada a San Martín en esta localidad, si nos interesa el románico rural. Al igual que la de Montán en la ruta de San Xil, la fábrica es sencilla, de mampostería y pizarra (las piedras más a mano en esta zona) y casi no tiene decoración. Tiene también un pórtico a la entrada, reflejo de la dureza del clima de la zona, que en caso de lluvia o nieve hace necesario un lugar exterior en el que guarecerse.
Al salir del pueblo el camino peatonal cruza la carretera por un túnel inferior y, después, un panel indicativo y las flechas amarillas indican el cruce (sin paso de peatones) de la LU-5601. Por una senda entre árboles, con firme irregular y perfil “rompepiernas”, llegamos hasta Samos.
Antes de entrar en Samos el Camino nos deja en una cota más alta, desde donde tendremos unas vistas espectaculares del monasterio, antes de llegar a sus pies. Desde ahí bajamos de manera pronunciada hasta el núcleo urbano. Si vamos por la carretera entramos en la localidad por el norte y las vistas no son tan buenas.
Vistas del monasterio de Samos a la entrada de la localidad (Fotografía cedida por José Antonio Gil Martínez en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Ya en Samos (km 31), encontraremos todos los servicios y podremos hacer un alto para disfrutar de su maravilloso monasterio, que carga a sus espaldas casi 1500 años de habitación monástica, sólo interrumpida durante un corto período del S. XIX. El monasterio de San Julián de Samos tuvo mucha influencia política, social y espiritual; tanto en su entorno cercano, sino también a mayor escala. En él se alojaron durante algunos períodos grandes intelectuales y reyes, algunos muy vinculados con la peregrinación.
Los orígenes de este monasterio se remontan al S. VI, cuando San Martín de Dumio promovió el asentamiento de un grupo de monjes en este recóndito lugar entre las montañas. San Martín Dumiense fue un obispo y teólogo que nació en Hungría y, tras visitar los Santos Lugares en Oriente, llegó a ser obispo de Braga. Tanta influencia tuvo que consiguió cambiar la religión oficial sueva del arrianismo al catolicismo y promovió que el pueblo llano dejase de lado cultos heredados de tiempos romanos para acercarse más a los cristianos. Los monasterios que se fundaban bajo su orden se regían por Reglas de origen hispano-visigodo, como la que San Fructuoso había desarrollado un siglo antes en el Bierzo o la que San Isidoro redactó en Sevilla. Con el paso de los siglos la Iglesia decidió uniformar las Reglas, eliminando las de este tipo para cambiarla por la benedictina de Cluny, un proceso que terminó en el S. XII.
Este cambio tuvo lugar en Samos en el S. X, cuando se dejó la Regla de San Fructuoso por el “ora et labora” benedictino. Dada la relación de la Orden cluniacense con el Camino de Santiago y con la Corona, el monasterio cogió cada vez mayor importancia. En el S. XVI llegó su momento de mayor esplendor, en ese siglo salieron de sus muros ocho futuros obispos y grandes intelectuales religiosos. Uno de ellos fue el Padre Benito Feijoó, que propulsó la Ilustración en España y fue de los primeros en escribir ensayos en la península, incluyendo algunos tan controvertidos como “En defensa de las mujeres”, que clamaba por la igualdad en un siglo en el que la situación distaba mucho de ser igualitaria.
Patio dedicado al Padre Feijoó en el monasteiro de Samos (Fotografía cedida por José Antonio Gil Martínez en Flickr bajo las siguientes condiciones)
En el S. XIX el ambiente de paz e intelectualidad del monasterio cambia radicalmente cuando se convierte en un hospital en el que se atiende a heridos durante la Guerra de la Independencia. Después, con la Desamortización, se tuvo que abandonar el edificio, pero los monjes pudieron volver a ocuparlo 24 años después.
Desde entonces este majestuoso conjunto ha estado ocupado por monjes que siguen “orando y trabajando”, siendo parte de esto último la atención de la hospedería de peregrinos que se ubica en el monasterio. Dado que es monumento histórico-artístico, existe un horario de visitas turísticas, que recomendamos mirar el día anterior para organizar la llegada a Samos cuando esté abierto.
Portada iglesia San Xulián de Samos (Fotografía cedida por Emilio en Flickr bajo las siguientes condiciones)
A pesar de sus antiguos orígenes, la mayoría de lo que hoy en día vemos en es renacentista y neoclásico (S. XV-XVII), de “la época dorada” del monasterio. Es curioso ver cómo, a pesar de que todo se hizo de manera monumental y de grandes dimensiones, se seguía tratando de aparentar sobriedad. Por eso no hay demasiada decoración. Del conjunto destacan, sobre todo, cuatro partes: su iglesia, los claustros, la biblioteca y la denominada Capilla del Ciprés.
A la fachada de la iglesia le faltan dos torres que nunca se llegaron a construir, por eso parece un poco “achaparrada”. Tiene una escalera exterior que debemos guardar en la memoria, ya que nos recordará a la de la catedral cuando lleguemos a Compostela.
En el interior el monasterio tiene dos claustros, siendo uno de ellos el más grande de España. Está dedicado al padre Feijoó y, en su centro, una enorme escultura del artista Francisco Asorey, que fue uno de los grandes renovadores de la escultura del S. XX, le representa con los hábitos mientras sujeta gruesos libros.
Claustro de las Nereidas en el monasterio de Samos (Fotografía cedida por José Antonio Gil Martínez en Flickr bajo las siguientes condiciones)
El otro claustro es el de “las Nereidas”, conocido así porque una fuente barroca en su centro representa a cuatro de estas ninfas mitológicas sujetando una copa. Como anécdota, decir que algún cantero del XVI decidió tomar el pelo a los visitantes, tallando en un jeroglífico la frase “¿Qué miras, bobo?” en uno de las claves de los arcos.
La capilla del Ciprés está un poco separada del conjunto. Es mucho más antigua (S. IX) y su nombre viene dado por el centenario árbol que se alza monumentalmente al lado de uno de sus muros. El ciprés está marcado con una característica marca negra, resultado de un rayo que cayó directamente sobre él durante una tormenta. La capilla seguramente fuese, en sus inicios, una especie de celda monástica.
Capilla del Ciprés junto al monasterio de Samos (Fotografía cedida por José Antonio Gil Martínez en Flickr bajo las siguientes condiciones)
Tras dejar Samos las flechas del Camino indican seguir por el arcén de la carretera y, después, por un sendero entre el río Sarria y la LU-633. El sendero se amplía en algunos puntos para crear espacios de recreo al lado del río, un lugar muy agradable en el que descansar un rato si no lo hemos hecho en Samos.
Poco después de 1 km tras salir de Samos veremos a nuestra derecha Teiguín (km 32,8), una pequeña población que se encuentra en el arcén derecho de la carretera. Tras pasarla una señal vertical jacobea indica un desvío hacia una rampa a la derecha que abandona la LU-633 para adentrarse en el monte.
Siguiendo el desvío conectaremos en Aguiada con los peregrinos de la ruta de San Xil, alternando tramos de tierra y asfalto mientras seguimos el curso del río Sarria. Si preferís ir más directos podéis seguir por la LU-633. En 9 km llegaréis al fin de etapa, alternando subida y bajada pero sin demasiados saltos.
Si cogemos el desvío iniciaremos una subida bastante fuerte por asfalto hasta Pascais (km 33,9) y, desde ahí, bajaremos un poco hasta un pequeño arroyo donde está la iglesia de Santalla o Santa Eulalia de Pascais, otro ejemplo de fábrica románica escondida en el rural gallego. De lo que se hizo en el S. XII conserva el ábside, el muro norte y una de las puertas; el resto es barroco. Llama especialmente la atención la calidad de su retablo mayor, por lo que si tenéis la oportunidad os animamos a entrar a verlo.
Bordeamos la iglesia y por una “corredoira” entre árboles llegamos a Gorolfe, donde enganchamos de nuevo una pista asfaltada que nos lleva a cruzar el río Sarria. Tras cruzarlo seguimos alternando senda y asfalto para pasar por Sivil (km 39,8), desde donde nos falta poco para pasar por Calvor y unirnos al resto de peregrinos en Aguiada (km 41,5).
Desde Aguiada nos quedan, al igual que por la otra ruta, unos 5,5 km para llegar a Sarria. Podemos realizarlos por el camino peatonal, que en su mayoría va pegado a la carretera o podemos pedalear directamente por la LU-5602.