Distancia a Santiago: 753 km
Distancia en etapa: 48 km
Tiempo estimado: 4-5 horas
Cota mínima: 420 m
Cota máxima: 962 m
Dificultad de la ruta: media – alta
Lugares de interés: Bizkarreta, Zubiri, Villaba, Pamplona
Itinerario en Google Maps: Para ver el recorrido en Google Maps pincha aquí
Tras una primera etapa muy exigente a nivel físico pero que nos ha permitido disfrutar de un paisaje espectacular, comenzamos nuestra segunda jornada de pedaleo en una etapa de perfil quebradizo pero más sencillo.
Desde Roncesvalles a Pamplona atravesaremos bosques de hayas, robles y bojs; cruzaremos puentes medievales como el de La Rabia o el de Los Bandidos y disfrutaremos del encanto de pintorescas poblaciones como Zubiri o Villaba. Terminaremos el día “por la puerta grande”, como dicen los toreros de la primera gran ciudad que visitaremos en nuestro peregrinaje: Pamplona.
Para ir desde Roncesvalles a Pamplona en bicicleta se puede seguir prácticamente durante toda la ruta el camino original por el que también van los peregrinos a pie. Eso sí, para poder hacerlo sin problemas es necesario tener una bicicleta de montaña apta para terrenos complicados. Esta etapa no es tan exigente a nivel físico como la anterior pero sí que tiene un perfil bastante accidentado y el terreno a veces no es muy firme.
En general, es más complicada a nivel técnico, aunque el esfuerzo físico sea menor que en la anterior. Si no tenéis una buena bicicleta, no estáis acostumbrados a hacer bajadas por terrenos pedregosos o lleváis excesivo peso en las alforjas siempre podéis desviaros en algunos tramos e ir por carretera.
Incluso, podéis hacer toda la etapa siguiendo la N135. Esta es una zona de tradición ciclista y los conductores están acostumbrados a compartir los carriles con gente en bicicleta.
A pesar de que muchas veces se quiera seguir en la medida de lo posible el sendero original, si creéis que os vais a sentir más cómodos abandonándolo en algunos puntos, desde Tournride os animamos a hacerlo. Como ya hemos dicho anteriormente, se trata de que el Camino resulte una experiencia gratificante, ajustando sus exigencias a nuestros tiempos y circunstancias específicas.
PERFIL Y RECORRIDO GENERAL DE ETAPA
Explicamos ahora de manera general el perfil de los tramos de la etapa Roncesvalles-Pamplona. Se trata de que os hagáis una idea de lo que os espera en este segundo día.
Comenzamos recorriendo los 2,7 km que separan nuestro punto de inicio de Burguete, la localidad más próxima. Se desciende por una suave pendiente que atraviesa el bosque del Valle del Arga y se llega a Espinal, donde hay un camping que puede servirnos de alojamiento. Desde allí nos enfrentaremos a nuestra primera subida: alcanzaremos el Alto de Mezquiriz (960 m) superando una pendiente media del 4{f83b22b844ac07a43a3f1ef6a8e10c29cb09ae7d9fbb052eb44ad624a4f02ada} durante 1,7 km.
Al llegar al Alto de Mezquiriz se cruza la N135 con el sendero original. Si decidimos seguir sin cogerla, nos enfrentaremos a la primera bajada con dificultad técnica. Bajamos por una pendiente por momentos bastante pronunciada que nos conducirá hasta un pequeño “salto” tras el que llegaremos a Bizkarreta. Desde allí nos espera la subida más dura del día, hacia el Alto de Erro. La diferencia de cota es de 120 metros. Aunque la pendiente media es de un 5{f83b22b844ac07a43a3f1ef6a8e10c29cb09ae7d9fbb052eb44ad624a4f02ada}, hay tramos con saltos bastante marcados. La rampa puede ser un poco complicada porque hay piedras sueltas. Arriba vuelve a cruzar la N135 y, si hasta este momento os habéis sentido inseguros en algún momento en el sendero original, recomendamos que la cojáis.
La bajada desde el Erro es la pendiente más difícil ya que es muy rápida. Tiene una media del 5{f83b22b844ac07a43a3f1ef6a8e10c29cb09ae7d9fbb052eb44ad624a4f02ada} de pendiente, pero el terreno no es nada firme y hay bastantes saltos. Bajando durante cerca de 4 km llegaremos a Zubiri, donde también hay alojamientos.
Desde Zubiri nos quedan unos 20 km de etapa que haremos sin perder de vista el río Arga. El terreno variará según el momento de la ruta. Comenzaremos con una suave bajada del 2{f83b22b844ac07a43a3f1ef6a8e10c29cb09ae7d9fbb052eb44ad624a4f02ada} por una pista que cambiará de asfalto a grava o tierra hasta llegar a Larrasoaña primero y a Irotz después. Al pasar Larrasoaña, en Akerreta, nos encontraremos con una bajada corta pero rápida que nos exige precaución.
Tras pasar Irotz llegaremos a Zabaldika, donde nos encontraremos con que el camino se desdobla en dos:
– Siguiendo recto iremos por el sendero original que, tras una subida inicial, nos llevará por Arre y Villaba para terminar en Pamplona.
– Hacia la izquierda recorreremos una pista de cemento por un paseo fluvial muy bonito hasta Huarte y desde allí iremos directos al casco antiguo de Pamplona.
La segunda opción es más cómoda para los ciclistas, porque el terreno está mejor condicionado y es un fin de etapa tranquilo. Pero si elegimos la opción tradicional pasaremos por Villaba que, además de ser la localidad donde nació Miguel Induráin, también es un pueblo muy bonito.
Así que, en resumen, en esta etapa tenemos tres opciones de itinerario:
- Seguir durante toda la ruta el sendero original, teniendo en cuenta que nos encontraremos con bajadas rápidas y algún salto de fuerte pendiente. Es el camino que nos exige más a nivel físico y técnico, sobre todo porque el terreno es poco firme.
- Hacer la etapa por carretera siguiendo la N135, lo que además de ahorrar 5 km de pedaleo nos hace seguir un perfil menos accidentado e ir siempre por asfalto.
- Intercalar el sendero original con la N135. Los dos itinerarios se cruzan en todas las poblaciones de la etapa y, además, en el Alto de Mezquiriz y en el Alto de Erro.
Si queréis seguir el sendero original pero queréis evitar los puntos más complicados, recomendamos que después de subir el alto de Mezquiriz cojáis las N135 hasta Zubiri y allí toméis de nuevo el trazado tradicional. Si llueve, recomendamos escoger la segunda o tercera opción.
En cuanto a qué opción de camino es mejor tomar desde Zabaldika para entrar en Pamplona, para los ciclistas suele ser preferible ir por Huarte. El paseo es bonito y mucho menos accidentado. Aunque si sois fans de Induráin quizás queráis homenajearlo pasando por el pintoresco pueblo que lo vio nacer.
CONSEJOS PRÁCTICOS
- Si comenzáis el camino en Roncesvalles y por lo tanto esta es vuestra primera etapa, os ayudamos a llegar hasta allí. Lo mejor es ir hasta Pamplona en tren, avión o autobús y, una vez en la ciudad, escoger una de las siguientes opciones:
- Ir en autobús. Los billetes se compran en taquilla en la propia estación y cuestan cerca de 6 € (más otros 6€ por cada bicicleta).
- Ir en taxi. Si lo cogéis en el centro de Pamplona, el precio medio es de unos 60 € hasta Roncesvalles (en sábados y festivos cuesta 10 ó 15 € más). También podéis usar el servicio de compartir taxi para peregrinos de una de las compañías de la ciudad. Ponéis desde dónde salís y a qué hora queréis compartir y el sistema organiza la salida.
- En el albergue de Roncesvalles se puede reservar plaza antes de ir, pero se debe pagar por adelantado con tarjeta de crédito o transferencia bancaria. Os darán toda la información si antes escribís un correo a info@alberguederoncesvalles.com
- Aunque hemos avisado de que el perfil de esta etapa es accidentado, tampoco queremos asustaros. Puede hacerse con una buena bicicleta de montaña. Simplemente, tened cuidado en la bajada desde el Alto de Erro y con la rampa rápida que hay entre Akerreta y Zuriáin.
- La N135 nos facilita coger la carretera en cualquier momento pero también crea peligros, cuidado con los cruces de sendero y carretera que exigen precaución para evitar accidentes.
- Durante esta etapa encontraremos muchas poblaciones y, con ellas, lugares de alojamiento en los que podemos quedarnos si nos encontramos cansados. El paso por ellas también facilita el aprovisionamiento, hallaremos bastantes fuentes para reponer agua y lugares para comprar comida.
PATRIMONIO NATURAL, HISTÓRICO Y CULTURAL E ITINERARIO DETALLADO
En esta segunda etapa atravesaremos dos valles: el Valle del Erro entre los altos Mezkiriz y Erro y el Valle de Esteribar entre Zubiri y Pamplona. La configuración del terreno y la climatología de la zona han propiciado que toda esta zona haya sido poblada desde muchos siglos atrás. De hecho, algunas de las localidades por las que pasaremos son de fundación medieval y su crecimiento se debe al Camino de Santiago.
COMENZAMOS EN RONCESVALLES CON UNO
DE LOS MISTERIOS DEL CAMINO…
Ya hemos comentado qué ver en Roncesvalles en la etapa anterior en un corto paseo. Al poco de salir de por la N135 nos encontraremos con nuestro primer punto de interés: la “Cruz de los peregrinos”. Junto con la “Cruz de Ferro” de León, es la más famosa del Camino Francés y, aunque se sabe por qué está allí, no se sabe de quién o cuando se hizo.
Esta cruz se relaciona con muchos personajes legendarios y, a pesar de la sencillez de sus formas, muchos peregrinos se paran a dejarle una ofrenda. Su talla primitiva es gótica (de cerca del S. XIV) y en ella se puede ver a Jesús crucificado en la parte superior y a la Virgen con el Niño en la inferior. Las otras dos figuras serían la de los monarcas Sancho “el Fuerte” y Clemencia, su mujer.
Se sabe quién colocó la cruz en ese lugar, porque hay documentos que explican que en 1880 el prior de Roncesvalles, llamado Francisco Polit, mandó colocarla allí aprovechando restos de varias cruces diferentes. El origen de estos restos es lo que crea controversia: unos creen que tendría restos de la Cruz de Roldán (S. XV) y otros que sería parte de una talla de los tiempos del mismo Carlomagno (S. VIII). Lo cierto es que en el Códice Calixtino se dice que Carlomagno había hecho instalar una cruz en el Alto de Ibañeta, en los Pirineos, y puede que con sus restos se hiciese la que hoy vemos al salir de Roncesvalles.
PRIMERA SUBIDA: DE BURGUETE AL ALTO DE MEZKIRIZ
Con este misterio sin resolver continuamos nuestro camino y llegamos hasta la primera población: Burguete. Su nombre le viene de su origen como “burgo” (pueblo) dependiente del hospital de peregrinos de Roncesvalles. Como patrimonio resaltable, cabe destacar la iglesia de San Nicolás de Bari. A pesar de que la mayoría de lo que hoy vemos es el del S. XX, la fachada es barroca (S. XVII). Dentro hay un retablo, también barroco, que vale la pena pararse a admirar.
Salimos de Burguete y seguimos hasta Espinal, un pequeño pueblo-calle. Está rodeado de un paisaje tan bonito que hasta Ernest Hemingway se refirió a él en su libro “Fiesta” de 1926. Recorremos su vía principal con casas abalconadas y más de ocho siglos de tradición jacobea y en ella veremos la iglesia de San Bartolomé. Destaca su puntiagudo tejado con ventanas abuhardilladas. Esta zona en general es famosa por la pesca de la trucha en el río Irati, así como por una gastronomía centrada en hongos y setas (sobre todo en otoño).
Saliendo de Espinal nos toca afrontar la subida al Alto de Mezkiriz. Al llegar arriba, nos encontraremos con una estela de piedra. En ella hay una talla de la Virgen con el Niño: es la llamada Virgen de Roncesvalles. La inscripción pide rezar un salve por la “reina”, la que ayuda a pasar la dificil etapa montañosa de los Pirineos y permite entrar en la “tierra de los navarros, rica en pan, leche y ganados”; como la describía el monje Aymeric en su “guía” del S. XII.
BAJAMOS CON CUIDADO DEL ALTO DE MEZKIRIZ A ZUBIRI
Bajando del Alto de Mezkiriz nos encontraremos con Ureta y llegaremos después a Bizkarreta. Esta población se fundó a principios del S. XII con el nombre de “biscaretum” y era muy importante porque tenía un gran hospital de peregrinos. Roncesvalles la fue eclipsando con el paso del tiempo y de su primitivo hospital sólo quedan unos restos, que veremos al lado del sendero.
Hoy, el principal punto de interés de Bizkarreta es la iglesia de San Pedro. De su fábrica inicial sólo tenemos la portada. Es románica, muy sencilla. Siguiendo las características de su estilo, los muros son gruesos y la decoración muy simple. En este caso, lo más resaltable son las tres arquivoltas que marcan el arco de su puerta principal. La mayoría de los elementos restantes de la iglesia son posteriores, del S. XVIII.
Antes de la subida al Alto de Erro pasamos por Linzoáin. Este pequeño y pintoresco pueblo tiene como único monumento resaltable otra iglesia, la de San Saturnino, también románica y muy sencilla. Pero lo que lo hace especial es más bien su ambiente apacible, a la margen del río Erro y con grandes casas ganaderas. Se respira la tranquilidad del campo navarro.
Tras este respiro de paz, toca pasar el Alto de Erro. Por el camino encontraremos el monumento a un peregrino japonés que falleció haciendo el camino. Tras la bajada llegaremos a Zubiri, la capital administrativa del Valle de Esteribar y el único núcleo industrializado, especialmente por su gran fábrica de procesamiento de magnesita. Su nombre en Euskera significa “pueblo del puente”, de zubi (puente) e iri (pueblo) y es que el conocido como “Puente de la Rabia” es uno de sus grandes atractivos.
DE ZUBIRI A ZABALDIKA POR LARRASOAÑA: ¡LA COSA VA DE PUENTES!
Si estáis cansados, en Zubiri hay varios albergues que os pueden servir como lugar de parada de etapa. Podéis dormir en uno de ellos y pasar al día siguiente por Pamplona, que está a poco más de 20 km. Si no queréis parar, para seguir el camino no hay que entrar en Zubiri. Aún así, desde Tournride te recomendamos que te acerques a la entrada del pueblo para ver el Puente de la Rabia.
Este puente medieval cruza el río Arga. Su nombre deriva de una antigua tradición por la que los comerciantes hacían que sus animales diesen una vuelta alrededor del pilar central del puente. Se creía que esta columna tenía un poder sobrenatural que evitaba la enfermedad de la rabia. El puente sostiene el paso sobre dos grandes arcos de medio punto y sus pilares tienen unos tajamares de gran tamaño que alivian la presión de la corriente de agua. Desde el puente, podemos ver los grandes campos de cereal, el cultivo más importante del valle.
Zubiri, en sus orígenes, se constituía principalmente por el puente y una calle que lo unía con la iglesia de san Esteban y el hospital de Santa Magdalena. Hoy la iglesia es de nueva construcción porque la original se usó como cuartel militar durante las Guerras Carlistas del S. XIX y terminó siendo destruida. El hospital estaba al lado del puente, pero tampoco ha sido posible su conservación.
Para continuar con la ruta volvemos sobre nuestros pasos desde Zubiri y, un kilómetro más adelante, nos encontramos con la empresa de magnesita enfrente de nosotros. La bordeamos por la carretera hasta llegar a la salida del área industrial. Puede que tengamos que sortear algunos escalones bajándonos de la bici. Un camino de piedra nos lleva hasta Illaratz, Ezkirotz (que en el S. X tenía un monasterio bastante importante) y termina en Larrasoaña.
El principal atractivo de Larrasoaña es el Puente de los Bandidos. Como el de la Rabia, también es medieval y cruza el río Arga. Se denomina así porque en este lugar solían ponerse los ladrones para asaltar a los peregrinos.
Para seguir hasta Akerreta no hay que entrar en Larrasoaña, pero una vez más os animamos a que os desvíes unos cientos de metros para ver el puente. Además, el pueblo de Larrasoaña tiene mucha tradición jacobea, siendo un ejemplo de desarrollo gracias al Camino de Santiago. En el S. XII recibió lo que se llamaba el “fuero de los francos”, una serie de leyes que dispensaban de impuestos para animar a los extranjeros que hacían la peregrinación a instalarse a los lados del camino. Este tipo de pueblos siempre terminaban con la misma configuración: una gran calle central, por la que pasa el camino, flanqueada por el resto de construcciones. Hay que tener en cuenta que a todos los extranjeros que hacían el camino se les llamaba “francos” por entrar por Francia, no porque fuesen franceses.
Tras un corto ascenso, llegamos a Akerreta y desde allí atravesamos un denso bosque por una senda estrecha que va a la vera del río Arga. Así llegamos hasta Zuriáin. En este punto hay que coger un poco la carretera y luego podemos decidir si nos desviamos a la izquierda para coger un camino de hierba y pasar por Iroz o si seguimos directos a Zabaldika. Iroz no tiene nada reseñable a nivel artístico, pero el sendero original pasa por allí.
TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A PAMPLONA: LA DECISIÓN DE ZABALDIKA
Zabaldika es el punto en el cual se divide la ruta, cerca de un área de descanso.
Si cogemos hacia Huarte por la izquierda, tendremos que pasar un primer tramo de carretera y pista y luego cogeremos un bonito paseo fluvial por el Parque de la Tejería. Tras cruzar el Puente de la Magdalena ya entraremos en Pamplona.
Este puente fue declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico Artístico. Se construyó entre los S. XII y XV y su nombre viene dado por el barrio en el que se encuentra: el Barrio de la Magdalena. En una orilla hay un elaborado crucero con la imagen del apóstol. Siguiendo el sendero llegamos hasta las murallas de Pamplona. El perfil de todo el paseo es bastante llano y el itinerario es un poco más largo que por el camino original.
Si, por el contrario, escogemos ir de frente, tomaremos la ruta histórica que pasa por Arre y Villaba. Comenzaremos subiendo una pequeña pendiente que lleva a un antiguo señorío,hoy en ruinas. Continuando por pista y camino de hierba, nos encontraremos con una circunvalación. Podemos evitarla pasando por un túnel subterráneo.
Así habremos llegado a Arre, donde otro puente nos permite a la entrada al pueblo. Es un puente medieval de 55 metros, más grande que los anteriores, que cruza el río Ulzama y conduce hacia el convento de la Trinidad. El río Ulzama termina desembocando en el río Arga y tiene 9 puentes medievales que lo cruzan. Este conduce directamente a un complejo de albergue y basílica para peregrinos. Todo era un antiguo hospital de peregrinos del S. XI. En el interior de la iglesia, dedicada a la Santísima Trinidad, hay un retablo neorrománico del S. XIX. Todo está gestionado por una cofradía y por la Orden de los Maristas.
Muy cerca de Arre vemos Villaba, lo que significa que sólo nos quedan unos 4 Km para llegar a Pamplona. Villaba fue fundada en el S. XII por mandato real. Su cercanía a Pamplona y la mejora de las comunicaciones durante el S. XX con la construcción de un ferrocarril eléctrico hizo que se ligase a la expansión urbana de Pamplona. Su calle mayor es la calle del sendero jacobeo. En una rotonda instalaron una escultura como monumento honorífico a Miguel Induráin, que nació en esta localidad en 1964. Consta de la silueta metálica del ciclista, subiendo por la línea recta de un perfil de etapa en pendiente.
Y, AL FIN… ¡PAMPLONA!
Salimos de Villaba y llegamos a nuestro fin de etapa: Pamplona. Conocida internacionalmente por sus San Fermines, es una ciudad que tiene mucho que ofrecernos. Tras sellar nuestra credencial y descansar un poco en el albergue, no podemos perdernos la oportunidad de recorrerla y probar alguno de sus deliciosos “pintxos”.
UN PASEO POR PAMPLONA
En Tournride queremos que aprovechéis al máximo vuestra peregrinación. Como somos conscientes de que a veces es complicado llegar a las ciudades y conseguir sacar tiempo para informarse sobre qué ver allí, hemos decidido proponeros un paseo para cada fin de etapa.
En Pamplona, una de las ciudades más grandes en las que pararemos hasta Santiago, hay mucho qué ver y hacer. Nosotros hemos diseñado un paseo de 50 minutos que hemos marcado en este mapa y en el que se visita todo lo relevante de la ciudad. Si creéis que es demasiado largo, recomendamos no caminar hasta la Ciudadela y quedarse más cerca de la zona monumental.
Para empezar, un poco de Historia…
Pamplona ha sido poblada desde hace miles de años. De hecho, ¡se han encontrado útiles y menhires debajo de su suelo que datan de hace más de 75 000 años! Este territorio cargado de Historia ha estado condicionado, sobre todo desde el S. IX, por tres factores principales:
- Los diferentes “fueros” (leyes u ordenaciones específicas) que ha tenido la ciudad y que dieron mucho poder al clero frente al poder civil.
- Su condición como punto de recepción de inmigrantes o “francos” que crearon sus propios barrios desde el S. XI
- Su posición estratégica en un alto cerca de la frontera con Francia. Desde que Pamplona pasa a ser parte de la Corona de Castilla en el S. XV, será un punto de defensa importante en todas las guerras que se mantendrán con el país vecino.
En realidad, lo que hoy conocemos como Pamplona es la unión de tres burgos o ciudades diferentes. El primer núcleo, que hoy sería la parte en la que está la catedral (la más alta de la ciudad), estaba poblado desde siglos antes de la llegada de los romanos en el año 75 a.C. Sus habitantes eran los “vascones”. Cuando los romanos vieron la posición de aquel núcleo, elevado sobre un valle y rodeado por el río Arga, lo conquistaron y lo convirtieron en un punto estratégico del imperio. Lo urbanizaron y lo usaron como nudo de comunicación entre la Península y Europa.
Con la caída del imperio llegan los visigodos y después los musulmanes. En la guerra para echar al conquistador árabe, el clero ayuda de manera decisiva. Como agradecimiento, el rey decide darle poderes especiales a la Iglesia de la ciudad y le da una condición de autogobierno particular. Se crea el “Reino de Pamplona”, regido por un fuero en el que el obispo es el señor de la ciudad y la catedral su punto neurálgico.
Mientras ese núcleo sigue siendo muy importante, en el S. XI llegan al territorio “francos”, inmigrantes que crean una población al lado de esa y se dedican al comercio. En el XII llega otra oleada de inmigrantes llamados “navarros” y también crean su propio burgo: la “navarrería”.
Durante los siglos siguientes cada burgo se amuralla y se crean tensiones entre ellos, desatándose peleas que terminan cuando el rey Carlos III los une en una sola entidad en el año 1423.
En ese momento puede decirse que surge Pamplona, tal y como la entendemos hoy en día. En el S. XVI pasa a ser de la Corona de Castilla. Como la ciudad está muy cerca de la frontera francesa y durante ese siglo hay diferentes enfrentamientos entre ambas coronas, Pamplona debe fortificarse. Se construye la ciudadela, uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar renacentista de Europa. Hoy se conserva muy bien y en él hay un gran parque que merece la pena visitar.
Así llegamos al S. XVIII. El papel de la Iglesia y su situación estratégica militar y comercial creó una composición social curiosa. Aunque lo normal era que la mayoría de la población fuesen agricultores o artesanos, en Pamplona había un porcentaje altísimo de alto clero y aristocracia; lo que la convertía en una ciudad muy tradicional. Por ello, en ese siglo se decide “modernizar” la ciudad: se urbaniza, se dota de servicios como el alcantarillado municipal y se remodelan edificios principales. Por ejemplo, la fachada de la catedral se reformó en ese siglo, por lo que es neoclásica.
Todo este proceso se interrumpe cuando en el S. XIX Napoléon conquista la ciudad. Tras la Guerra de la Independencia que libra a la península del conquistador francés, se produce una pugna por el poder entre los liberales y los carlistas. Los liberales apoyaban la creación de un gobierno central que controlase todo el territorio español sin distinciones, mientras que los carlistas eran más tradicionales y querían mantener el régimen de fueros especiales de Navarra.
En Pamplona la negociación entre los dos bandos para la constitución de un gobierno terminó haciendo que la ciudad en particular, y Navarra en general, tengan unas condiciones de autogobierno especiales en algunos aspectos. De hecho, a finales del S. XIX se intentaron abolir esos fueros, pero una gran manifestación social lo impidió. En honor a ese episodio se erigió el Monumento a los Fueros en paseo de Sarasate.
Desde ese momento y hasta hoy, la ciudad no ha parado de crecer. Se construyen sucesivos ensanches y se tiran muchos de los muros que, como herencia de aquella división en tres burgos, seguían separando los barrios.
Hoy en día es una ciudad muy moderna, con grandes extensiones de zonas verdes y una gran cantidad de vida cultural. ¿Te animas a conocerla?
Paseo de un día por Pamplona: como verdaderos “pamplonicos”
En Tournride te proponemos un recorrido de un día por Pamplona para que puedas hacerte una idea general del lugar, porque sabemos que seguramente tendrás que seguir pedaleando hacia Santiago al día siguiente. De todas maneras, Pamplona es una de las principales paradas del Camino Francés y si puedes no te arrepentirás de alargar la parada y dedicarle unos días completos a esta preciosa ciudad. Más abajo te damos planes adicionales para ello
Si llegas antes de comer puedes reponer fuerzas comiendo en alguno de los lugares que ofrecen menú del día (con asombrosa calidad-precio) cerca del ayuntamiento. Después, empezamos la tarde recorriendo algunos de los lugares más conocidos de Pamplona por ser parte del recorrido de los encierros de los San Fermines.
Comenzamos en la Plaza Consistorial. Es un sitio importante para la ciudad porque el emplazamiento escogido para el ayuntamiento es muy simbólico: está en el lugar en el que se unían los tres “burgos” que se juntaron para crear Pamplona en 1423. A pesar de eso, el edificio del ayuntamiento no es de ese siglo. Se hizo cuando se modernizó la ciudad en los S. XVII y XVIII y, por ello, es barroco tardío y neoclásico.
Esta plaza es muy conocida porque en ella tienen lugar dos de los momentos más importantes de los San Fermines. Desde ella se lanza el “chupinazo” que da comienzo a las fiestas el 6 de julio y, en ella también, se canta el “pobre de mí” que pone punto final a las celebraciones. A las 12 de la noche del día 14 de julio una multitud se reúne en la plaza y canta sosteniendo una vela una canción que dice “pobre de mí, pobre de mí; que se han acabado las fiestas de San Fermín”.
Desde la Plaza Consistorial salimos por la calle Mercaderes y desde allí giramos a la peatonal Estafeta. La esquina de encuentro de ambas calles es uno de los puntos más míticos de los encierros. Ya en Estafeta, veremos en la mitad de la calle unas pequeñas escaleras a la derecha. Subiéndolas nos saldremos del recorrido que siguen los toros y se abrirá ante nosotros la gran Plaza del Castillo.
Esta plaza es el centro neurálgico de la ciudad. Antiguamente había un castillo cerca, de ahí su nombre. Antes las corridas de toros se hacían en esta plaza, como en muchas otras ciudades de España que no tenían plaza de toros. Se cercaba con un “curro” de madera y se cubría el suelo de arena. Hoy en día, tiene espacios ajardinados y muchas cafeterías en sus soportales.
En una de las esquinas de la plaza podremos ver el Paseo de Sarasate. Allí se encuentra la iglesia de San Nicolás, una de las más grandes de las muchas que adornan la ciudad. Antiguamente San Nicolás era uno de los tres burgos que constituían Pamplona. La iglesia que vemos hoy tiene aspecto de fortaleza en el exterior porque se hizo pensando en ella como lugar defensivo, dadas los múltiples enfrentamientos que se producían con los otros dos burgos. De hecho, su torre es en realidad una torre de vigilancia.
Este aspecto de fortaleza exterior contrasta con el interior: unas hermosas cúpulas góticas con tallas finísimas maravillan por su altura. Recomendamos pararse también a admirar el órgano. Es barroco y es el más importante de la ciudad.
Seguimos por el Paseo de Sarasate, donde al terminar giraremos a la derecha para coger la Taconera. Allí se encuentra el Parque de la Taconera, uno de los lugares verdes más especiales de Pamplona. En el antiguo foso de la muralla veremos una gran cantidad de animales: ciervos, patos, pavos reales…. Todos ellos conviven en semilibertad, rodeados por un hermoso parque con diferentes especies arbóreas. Todo un remanso de paz. De hecho, si no queréis comer en un espacio hostelero, desde Tournride os recomendamos que os sentéis en uno de sus bancos o en su mullida hierba a la sombra de un árbol para hacer un picnic. Después, podéis tomar un café en el Café Vienés, un bohemio y tranquilo punto de encuentro intelectual en Pamplona.
Saliendo de la Taconera entraremos en la ciudadela. Esta antigua fortificación militar es hoy un parque de 280 000 metros cuadrados repleto de atractivos: esculturas, pabellones de exposiciones, más de 30 especies arboréas, zonas de ocio infantil… Es importante saber que está prohibida la entrada con cualquier tipo de vehículo (incluyendo bicicletas) y que sólo abre durante el día.
Pensada en la época renacentista, en la que Italia vivió un gran momento cultural e intelectual, esta fortificación fue diseñada por un ingeniero militar del país vecino: Giacomo Palearo. También había hecho otro ya parecido en Amberes. Tiene 5 baluartes que le dan una forma parecida a la de una estrella, aunque dos de ellos están desaparecidos. Estaba rodeada por unos fosos, que hoy son zonas verdes, en donde había puentes levadizos.
Volviendo sobre nuestros pasos dejamos a la izquierda la Taconera y entramos por la calle Mayor, donde al entrar veremos la iglesia de San Lorenzo. En ella está la capilla de San Fermín de Amiens, patrón de la ciudad. La fiesta en su honor se hizo coincidir con una “feria franca” en la época medieval, es decir, una feria de comerciantes con algunas exenciones de impuestos. Como parte de lo que se vendía era ganado, se hacían corridas de toros y encierros. Se convirtió en la fiesta patronal y desde 1950 se ha ido haciendo cada vez más famosa, hasta llegar a la fiesta internacional que es hoy en día.
Seguimos por la calle mayor y volvemos a la plaza consistorial. Cogiendo de nuevo la calle mercaderes, seguimos recto y llegamos directos a la catedral donde, si aún no lo habéis hecho, podéis sellar la credencial.
La catedral de Santa Maria la Real se hizo, en su mayor parte, en los S. XIV y XV. Antes había otra iglesia, pero se tiró para construir este grandioso y sobrio templo con grandes ventanales ojivales (de arcos apuntados). Pero lo que realmente no se puede dejar de visitar es su claustro. Es uno de los mejores ejemplos góticos de Europa y sus arcos de piedra con calados finísimos maravillan a todo el que lo ve. La catedral tiene horario y hay que pagar por entrar, aunque hay descuentos para peregrinos. Para consultar estos datos puedes consultar la página de la catedral.
Saliendo de la catedral cogemos la calle de la Navarrería, antiguo burgo de los inmigrantes navarros, y al final giramos a la derecha en la calle del Carmen. Al final, en el Portal de Francia, volvemos a girar a la derecha y llegamos hasta el Rincón del Caballo Blanco. En este lugar tenemos unas impresionantes vistas de la parte baja de la ciudad y es el lugar perfecto para terminar un día repleto de descubrimientos. Hay diferentes bares y restaurantes con terrazas en los que podemos tomar algo de beber o de comer.
Si no encontramos sitio o no queremos terminar en este lugar, podemos volver a bajar al centro del núcleo histórico. En las calles Estafeta, Mercaderes y Zapatería, aledañas a la Plaza del Castillo, podremos probar los famosos “pintxos” de la ciudad. Alta gastronomía a muy buen precio. Si nos apetece probar diferentes pinchos en bares distintos pero no queremos tomar mucha bebida, podemos pedir un “zurito” en cada uno. Sería lo equivalente a pedir un “corto” (una caña pequeña) en Navarra.
Todo este recorrido suma únicamente 50 minutos caminando en total más, por supuesto, el tiempo que queramos dedicar a cada lugar que visitemos. Un paseito cargado de historia, zonas verdes y buena gastronomía. ¡Anímate a dejar la bici y caminar!
Unos días en Pamplona: ¿Qué más ver y hacer?
Por supuesto, el paseo que hemos propuesto en el apartado anterior es susceptible de dividirse y realizarse con más calma. Pero, además de lo que ya hemos descrito, enumeramos aquí algunos de los otros atractivos que tiene la ciudad:
- Seguir conociendo un poco más la tradición taurina visitando otros lugares míticos de la ciudad: La plaza de toros, edificada a principios del S. XX y que es la cuarta más grande del mundo o el Monumento al Encierro. Es una enorme escultura de bronce que representa perfectamente el movimiento y el dinamismo de un encierro, toda una obra de arte. Podemos verlo en la Avenida de Roncesvalles con el Paseo de Carlos III.
- Ver grandes colecciones de arte. En la ciudad hay dos museos principales:
- El Museo de Navarra. Desde esculturas de la fachada antigua de la catedral hasta cuadros de Goya, todos reunidos bajo un mismo techo. Más información, tarifas y horarios aquí.
- El Museo de la Universidad de Navarra. Un moderno edificio alberga una preciosa colección de arte contemporáneo, formada a partir del legado de una coleccionista privada que reunió más de 100 obras de artistas como Picasso, Chillida, Rothko o Kandinsky. A ella se le han ido sumando otras colecciones cedidas o privadas. Si te gusta el arte, encontrarás aquí un espacio en el que te sentirás como en casa.
- Recorrer la parte amurallada de la ciudad que nos falta. Pamplona es un ejemplo bellísimo de ciudad fortificada y el cuidado con el que se ha mantenido permite disfrutar de largos paseos. Si queréis aprender un poco más sobre este tema podéis visitar el Fortín de San Bartolomé, un antiguo fuerte que hoy alberga el Centro de Interpretación de las Fortificaciones de Pamplona. Es un espacio divulgativo y su enfoque es muy didáctico, no precisa de guía. Para más información visita su web.
- Disfrutar de algún espectáculo cultural. Pamplona tiene mucha vida cultural, si te gusta la música o las artes escénicas seguro que podrás encontrar algo a tu medida. Puedes consultar la agenda cultural en la página del ayuntamiento de Pamplona.
Además de todos estos planes Tournride te recomienda, simplemente, lo siguiente: disfruta de la alta calidad de la gastronomía navarra y relájate en los múltiples rincones tranquilos de Pamplona. Aún queda camino hasta Santiago, ¡te lo mereces!