Distancia a Santiago: 487 km
Distancia en etapa: 86 km
Tiempo estimado: 6 – 6,5 horas
Cota mínima: 773 m
Cota máxima: 930 m
Dificultad de la ruta: Media
Lugares de interés: Castrojeriz, Frómista, Villalcázar de Sirga, Carrión de los Condes
Mapa de itinerario: Para ver el recorrido en Google Maps pincha aquí
En esta etapa cruzaremos por completo el campo burgalés para entrar en Palencia, parte de la denominada “Tierra de Campos”. Nuestro cuerpo y mente habrán de acostumbrarse a circular entre un paisaje mucho más homogéneo que el precedente en el que el relieve, profundamente nivelado, se romperá por colinas que se alzarán como estatuas en el horizonte y que a veces tocará atravesar.
Hay quien desprecia esta parte del Camino Francés y se centra en cruzarla lo más rápido posible, desestimando lo que se ve como una monotonía sin alicientes. Es cierto que esta parte es dura -especialmente en verano-, pero también es una parte esencial del peregrinaje: La imagen de sus campos es una de las más reconocibles del Camino. Nuestros ojos seguirán durante kilómetros esta estampa, un recorrido en línea recta flanqueada por campos dorados entre los que a veces se alzarán estoicos encinares. La cual es muy posible que sellaremos en nuestra retina y será una fuente de sosiego y paz para el futuro, recordándonos la serenidad del peregrinaje y la gran oportunidad que brinda para centrarse en uno mismo.
Olvidémonos ahora del mundo en el que lo preeminente es la inmediatez, la innovación y el cambio permanente. Por el contrario, dejemos que la armonía y quietud del entorno aliente nuestra introspección. Peregrinar da tiempo para pensar y no simplificar lo que es complejo, así que recordemos a Machado, Unamuno o a Fernán González y encontremos en Castilla un mundo lleno de matices y riqueza paisajística y humana.
PERFIL Y RECORRIDO GENERAL DE ETAPA
Esta etapa discurre en su mayor parte por pistas de buen firme de tierra entre campos y, al final, por carreteras comarcales asfaltadas. En general, el perfil está muy nivelado y las diferencias de cota se superarán en largas distancias, por lo que las bajadas serán suaves y agradables. Las subidas no serán extremadamente duras.
Sólo hay tres puntos en los que podemos tener más complicaciones con el perfil:
- Al llegar a Hornillos y a Hontanas hay dos toboganes de bajada al pueblo que son notables pero que tampoco tienen mucha dificultad técnica. Hay que tener en cuenta que, sobre todo en Hontanas, la diferencia de cota es tal que el pueblo no se ve hasta que casi lo tienes delante, por lo que psicológicamente es duro porque parece que pedaleas pero no avanzas.
- El Alto de Mostelares es otro punto de complicación, justo a la salida de Castrojeriz. Aquí se suben 140 m en poco más de 1 km, con una pendiente relativa media del 11%. La bajada es también vertiginosa, en firme de tierra con piedras pequeñas sueltas.
Realmente, las mayores dificultades que plantea esta etapa son el kilometraje y, sobre todo si la recorremos en verano, las amplias distancias desprovistas de sombra que hay entre poblaciones y servicios. Es cierto que es más larga que las etapas previas pero también la llanura ayuda a ganar velocidad y el terreno es favorable.
Para salir de Burgos hay que atravesar el campus universitario de San Amaro en donde, tras cruzar el puente sobre el Arlanzón, podemos usar el carril bici hasta que la N-120 se desvía a la izquierda y la señal nos dice que crucemos el paso de peatones hacia la calle Benito Pérez Galdós. En ese punto tenemos dos opciones: cruzar e ir por el camino original u obviarlo e ir por la N-120 hasta Tardajos.
Si vamos por el tradicional cogeremos la calle Benito Pérez Galdós. Discurriendo después por un senderos de tierra hasta llegar a la zona municipal de Villalbilla de Burgos, donde cruzaremos primero las vías de ferrocarril, luego la BU600 por un paso superior y después la A-231. El camino discurre después paralelo a la N-120 hasta Tardajos.
En Tardajos, perdemos ya la N-120 y no la volveremos a encontrar hasta Carrión de los Condes. Por ello, para visitar las localidades jacobeas en esta etapa es necesario ir por el camino tradicional. La mayoría del tiempo el firme será de tierra, aunque en algunos tramos el Camino de Santiago coincide con pistas asfaltadas o carreteras comarcales.
Tardajos y Rabé de las Calzadas se unen por una pista asfaltada de 1,5 km. Tras cruzar el pueblo, hay que recorrer 8 km hasta Hornillos del Camino por un sendero entre campos. Se comienza con una suave pero permanente subida de 4 km hasta llegar a un alto (917 m de cota) desde el que podremos bajar cómodamente hasta Hornillos.
Al llegar, tenemos por delante 11 km hasta Hontanas por otro sendero en el que el único lugar con servicios que hay es el albergue de San Bol, en un desvío a la izquierda a los 6 km. Durante este tramo alcanzamos la cota máxima de etapa (930 m).
El sendero termina en un tobogán de 200 m en donde se bajan 50 m de diferencia de cota hasta el centro del pueblo de Hontanas (kilómetro 31 de etapa).
Desde Hontanas toca recorrer 10 km hasta Castrojeriz. Los primeros 5 km requieren más dificultad técnica, ya que el sendero se encuentra en la ladera de una colina y hay piedras sueltas. Después, el camino de Santiago en este tramo coincide con una carretera comarcal que pasa por las ruinas del monasterio de San Antón y termina en Castrojeriz. Debido a la dificultad del primer tramo, en Tournride recomendamos -sobre todo en momentos de afluencia de peregrinos- ir por la carretera comarcal ya desde en Hontanas, cuando se cruza a la salida del pueblo.
Tras atravesar Castrojeriz enfilamos dirección a Itero de la Vega, del que nos separan 11 km. En el medio, se alza el ya mencionado Alto de Mostelares, en el que recomendamos compensar la dureza de la subida con el disfrute de las bellas vistas que ofrece y extremar la precaución en la bajada.
Antes de llegar a Itero de la Vega, cruzamos el río Pisuerga por un gran puente de piedra que marca la frontera entre Burgos y Palencia. El camino original gira inmediatamente a la derecha por un sendero de tierra para ir a Itero y desde ahí a Boadilla del Camino pero, si lo preferís, podéis seguir recto por la carretera P432 directos hasta Boadilla (1 km menos que por el sendero).
Si cogéis el camino tradicional al salir de Itero de la Vega recorreréis 8 km entre campos hasta Boadilla del Camino (kilómetro 60 de etapa): la primera mitad en ligera subida y la segunda en suave bajada.
Desde Boadilla del Camino sólo quedan 5 km hasta Frómista, en perfil plano y por un sendero que recorre la ribera sur del Canal de Castilla. Cruzamos el canal justo antes de entrar en la población por una esclusa manual del S. XVIII y llegamos al centro del pueblo.
El Camino entre Frómista y Carrión de los Condes va permanentemente paralelo a la P-980 en forma de sendero de grava, por lo que podemos elegir usarlo o ir por la carretera. Son 20 km en los que cada 3,5 o 6 km hay un pueblo: Población de Campos, Revenga de Campos, Villarmentero de Campos y Villalcázar de Sirga. El perfil es en ligera subida los primeros 17 km y suave bajada al final, aunque es poco perceptible.
En Población de Campos, antes de cruzar el puente del río Ucieza, hay un desvío que marca un camino alternativo hasta Villarmentero. Va por la ribera norte del río. Si no vais a ir por la P-980 porque preferís los senderos, puede que esta sea una buena opción para vosotros. Es más tranquilo y hay menos peregrinos a pie.
En general, la etapa 7 de Burgos a Carrión de los Condes es larga y se caracteriza por pistas entre campos de cereal, uniendo poblaciones separadas por distancias de entre 5 y 11 km. La excepción es la parte final, entre Frómista y Carrión de los Condes, más poblada y por carretera comarcal. El perfil de la etapa del Camino de Santiago en bicicleta no tiene complicaciones salvo en la subida y bajada al Alto de Mostelares, en donde debemos extremar la precaución.
CONSEJOS PRÁCTICOS
- Burgos es el centro de un buen número de vías de comunicación, por lo que si comenzáis aquí vuestro camino no tendréis problema en llegar. Os damos opciones:
- Autobús: La estación se encuentra aquí y todos los días hay conexiones con las principales ciudades de la Península. Algunas de las compañías que tienen trayectos directos con la ciudad son Alsa y Autobuses Jiménez.
- Tren: La estación está aquí y de manera directa o indirecta conecta con las principales ciudades españolas. Para más información podéis consultar la página de Renfe.
- Coche: Burgos tiene muy buena conexión con todas las capitales circundantes y, desde allí, con el resto de la península. Si ningún conocido se anima a llevaros, siempre podéis usar plataformas como Blablacar.
A pesar de que hay aeropuerto en Burgos, de hecho el Camino de Santiago Francés lo bordea a su entrada en la ciudad, como ya vimos en la etapa anterior, actualmente no tiene vuelos comerciales.
Recordad que en Tournride os dejamos las bicicletas para el Camino de Santiago en vuestro alojamiento en Burgos si comenzáis allí y podemos llevarnos vuestro equipaje sobrante para que os esté esperando en vuestro fin de camino.
- Estad siempre pendientes de las distancias entre las poblaciones, sobre todo en verano. Once kilómetros pueden hacerse muy largos si no nos abastecemos bien de agua o comida.
- Evitar en verano pedalear en las horas centrales del día ya que hay kilómetros en los que no hay una sombra donde guarecerse del sol. Siempre llevar gafas, gorra y crema solar.
ITINERARIO DETALLADO Y PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO
En esta etapa nos adentraremos plenamente en los campos de Castilla. Su color dorado teñirá el camino entre las visitas a diferentes poblaciones que, muchas veces, contarán con un patrimonio que nos maravillará. Descubriremos poblaciones pequeñas y amables entre otras como Castrojeriz, Frómista y Carrión de los Condes, que culturalmente tienen mucho que ofrecer.
Pero, además de estos puntos de parada, encontraremos lugares en el camino tan impresionantes como las ruinas del convento de San Antón o las vistas que nos ofrecerá el pico del Alto de Mostelares.
SALIMOS DE BURGOS Y ATRAVESAMOS CAMPOS HASTA “CAER” EN HONTANAS
En Tournride sabemos que las salidas de las grandes ciudades pueden ser un poco confusas para los peregrinos en bici, ya que a veces las señales están un poco escondidas. En el mapa de itinerario tenéis marcado el trazado, pero aquí lo detallamos mejor.
Poniendo como punto de salida el albergue municipal, hay que seguir la calle Fernán González dejando la catedral a nuestra izquierda. Llegamos así al Arco de San Martín. Este arco tiene forma de herradura y usa el ladrillo porque fue construido en el S. XIV por arquitectos mudéjares, es decir, cristianos que vivieron en territorio musulmán.
Al cruzar el Arco de San Martín, las flechas indican que bajemos por las escaleras que hay a la izquierda, pero para nosotros es mucho mejor seguir recto y girar 60 m después, evitando las escaleras. Cogemos así la calle Emperador, que al girar a la izquierda se convierte en la calle Villalón y nos lleva a cruzar el Arlanzón. El puente de piedra que nos permite sortear el río se llama “de malatos” (enfermos) porque antiguamente había al lado un hospital de leprosos.
Tras pasarlo entramos en la zona del Parque del Parral y del campus Universitario. Aunque las flechas indican el camino central del parque, para nosotros es mucho más cómodo ir por el carril bici que discurre al lado de la N-120. Podemos seguirlo durante 1,5 km, sorteando en él tres rotondas en línea recta.
Cuando la N120 gira a la izquierda, se nos indica el cruce del paso de cebra hacia la derecha para seguir por la calle Benito Pérez Galdós. A pesar de que no sea seguir el camino tradicional, sabed que la N-120 os llevará directos hasta Tardajos, primera población de etapa. La distancia a recorrer es la misma (7,5 km), pero sin cruces ni desvíos.
Si preferís ir por el trazado original del camino, seguid la calle de Galdós hasta que ésta se convierta en un sendero que alterna tierra y asfalto y os lleva a cruzar las vías del ferrocarril, la carretera BU600 y la autovía. El tramo final coincide con la N-120 y os deja en Tardajos.
Tardajos y Rabé de las Calzadas se unen por una pista asfaltada de tan sólo 1,5 km de largo. Ambos lugares tienen pasado romano y, de hecho, se situaban en un punto estratégico en el que confluían distintas calzadas, incluyendo la “Vía Quinta” que unía Clunia -en el sur de Burgos- con Sahagún. El nombre de Rabé “de las Calzadas” proviene de ahí.
El río Urbel corre verticalmente entre los dos pueblos y en la Edad Media solía inundarse constantemente. Esto embarraba sobremanera todo el camino entre ambas localidades, lo que afectaba a la comunicación y terminó instaurando el siguiente dicho: “De Rabé a Tardajos, no te faltarán trabajos; de Tardajos a Rabé, liberános Dómine”. No os preocupéis, ¡hoy en día el camino es mucho más llevadero!
Rabé de las Calzadas alcanzó un mayor esplendor que Tardajos en la Edad Media, a pesar de Tardajos también tenía un hospital de peregrinos. Del castillo y las tres iglesias que había allí, hoy queda muy poco y lo más destacable del lugar es el palacio de Villariezo -que vemos a la entrada del pueblo-, del S. XVII.
De Rabé a Hornillos hay 8 km que debemos recorrer por un sendero de tierra entre campos. La primera mitad es en permanente subida y, al llegar a lo alto, veremos una cuesta de bajada hasta Hornillos, que está en un valle. Para los peregrinos a pie el descenso es duro, ya que cargando con peso se hace largo -de hecho a este tramo se le denomina “Matamulos”-, pero en bicicleta este tramo del Camino de Santiago no tiene dificultad.
Llegamos así a nuestro kilómetro 21 de etapa, Hornillos del Camino, con un urbanismo jacobeo prototípico. Su calle mayor coincide con el Camino Francés y discurre exactamente de este a oeste. Hoy cuenta con todos los servicios y, como es corriente en este tipo de localidades, su iglesia destaca en altura y tamaño entre las pequeñas casas de dos pisos. Antiguamente tenía un hospital para peregrinos que fue fundado en el S. XII por el rey. Posteriormente, el monarca cedió todo el pueblo a un monasterio benedictino francés.
Saliendo de Hornillos hemos de discurrir durante 11 km por un sendero entre campos, en ligera pendiente vertical durante los primeros 4 kilómetros y luego prácticamente en plano al llegar al valle de San Bol. A los 6 km, hay un desvío señalizado a la izquierda para ir al refugio y albergue de San Bol. Dado lo desierto de este páramo, este es un lugar importante para los peregrinos a pie, que muchas veces salen desde Burgos y ya se encuentran exhaustos a estas alturas por lo que necesitan un lugar en el que refugiarse.
Hontanas está a una cota más baja, por lo que desde lejos no se puede avistar en el horizonte. Cuando lleguemos, un tobogán de 200 metros nos dejará en el centro del pueblo. La toponimia de la localidad proviene de los antiguos manantiales (“fontanas”) que había en el lugar y que se convertían en todo un oasis de paz para los peregrinos medievales, tras cruzar el páramo previo sin sombra. Hoy cuenta con todos los servicios que los caminantes modernos pueden necesitar.
Antes de bajar al pueblo, a nuestra derecha veremos un merendero al lado de una pequeña ermita. El lugar guarda una imagen de Santa Brígida, una mujer sueca nacida en una familia de alta cuna a principios del S. XIV que tuvo visiones religiosas desde pequeña y que peregrinó a Santiago de Compostela, además de a otros destinos como Tierras Santas.
Ya en el pueblo, nos llamará la atención la iglesia que hay en el centro, con una torre que supera en altura al resto de construcciones. El templo está dedicado a la Inmaculada Concepción y tiene origen gótico (S. XIV), aunque fue posteriormente rehabilitado en el S. XVIII, por lo que tiene apariencia neoclásica. Esto se aprecia, por ejemplo, en el uso de elementos clásicos para decorar la torre: arcos de medio punto y frontones (remates en forma de triángulo).
PERCIBIMOS LA MAGIA DEL CONVENTO DE SAN ANTÓN Y LLEGAMOS A CASTROJERIZ, ÚLTIMA LOCALIDAD BURGALESA
A la salida de Hontanas las flechas indican el cruce de la carretera para coger un sendero que sigue por la ladera de una colina y que en 4 km nos devuelve de nuevo a la carretera. Dado que el sendero es estrecho y no tiene ningún tipo de muro de seguridad para evitar la caída por la colina, recomendamos obviar las flechas a la salida de Hontanas y en vez de cruzar la carretera seguir por ella directamente hasta Castrojeriz. Eso sí, precaución porque es una carretera estrecha y de doble sentido que, al final, deberemos compartir también con los peregrinos a pie.
Seis kilómetros y medio después de salir de Hontanas divisaremos las impresionantes ruinas del monasterio de San Antón. En Tournride os recomendamos parar para entrar en el monasterio, ya que es uno de esos lugares enigmáticos y espirituales del Camino Francés.
Lo primero que llama la atención es que la propia carretera pasa por debajo de un imponente pórtico formado por dos grandes arcos ojivales con contrafuertes, que enmarcan la portada norte de la antigua iglesia. La portada abocinada tiene 6 arquivoltas rebosantes de esculturas, que sorprenden por su buen estado de conservación. A la derecha, frente a la portada, hay dos hornacinas en el muro. Estos huecos eran en realidad alacenas y las usaban los monjes para dejar pan y vino a los peregrinos, ya que este lugar estuvo enfocado desde su fundación a la atención de los caminantes.
El convento se fundó en el S. XII, aunque los restos que hoy vemos son góticos (S. XIV), de ahí el uso del arco apuntado. En la Península era un centro muy importante de la orden de San Antonio hasta que en el S. XVIII el rey Carlos III delegó su gestión al ámbito privado. Desde la desamortización de Mendizábal en el S. XIX, el lugar se abandonó y desde entonces comenzó su declive, aunque la buena sillería con la que estaba realizado permitió que no se desplomase del todo. En el año 2002 comenzó un proyecto de rehabilitación para la atención de los peregrinos y hoy es posible dormir allí, siendo los principios fundamentales del lugar los mismos que seguían los antoninos hace mil años: gratuidad y austeridad.
Si se bordea el edificio se puede entrar a la iglesia, hoy sin cubierta, por el lado sur. Fijándonos en la estructura podremos distinguir la organización que tenía en tres naves. El muro del ábside está bastante bien conservado, con grandes contrafuertes adosados al exterior y tracerías en la parte superior de las ventanas.
En esta iglesia, además de la atención al peregrino, se llevaba a cabo una de las prácticas que daba razón de ser a la orden de los antoninos: la curación de la enfermedad “Ignis Sacer”. Este mal se conocía también como “fuego sagrado” y era una dolencia muy extendida en la Edad Media: causaba la pérdida de extremidades tras sufrir fortísimos dolores. Hoy se sabe que la enfermedad era causada por un hongo que parasitaba el centeno, de ahí que fuese tan común, ya que era uno de los principales alimentos de la población. Curiosamente, los monjes antoninos fueron capaces de descubrir el origen y la cura de esta enfermedad siglos antes de que la ciencia lo consiguiese, usando trigo y plantas. Guardaron en secreto esta información y, por ello, eran los únicos que eran capaces de curarla. Tanto es así que el Ignis Sacer llegó a conocerse también como el “fuego de San Antonio” y, de hecho, muchos enfermos de este mal peregrinaban a Santiago sólo para pasar por este monasterio y curarse.
Después de esta visita seguimos por la carretera hacia Castrojeriz, que veremos a lo lejos ocupando la parte baja de la ladera de un cerro, en cuya cima hay un antiguo castillo. Este es un buen lugar para parar: está casi en el medio de la etapa (41 km), tiene todos los servicios y es uno de los lugares más bonitos que visitaremos hoy.
Este pueblo es, después de Burgos, la segunda localidad burgalesa más grande del Camino Francés y la última por la que pasaremos en esta provincia. Históricamente ha tenido mucha importancia y la parte superior del cerro en donde se encuentra tiene restos arqueológicos que datan desde el 1500 a. C, así como romanos y visigodos -estos últimos habitantes ya hicieron allí un castillo-.
De todas maneras, cuando realmente comenzó a ganar trascendencia fue después de la Repoblación. Tras dos ataques árabes en los S. VIII y IX que destruyeron las fortalezas cristianas que allí había, este lugar es reconquistado y se convierte en una plaza estratégica para controlar todo el territorio hasta el Duero. Por ello, era de vital importancia repoblar la zona.
Por ello, se le dio a Castrojeriz uno de los fueros más importantes de Castilla, que hoy constituye un interesante documento sociológico. En la etapa anterior vimos cómo en Burgos se dio un privilegio por el cual quien roturase la tierra primero se la quedaba en propiedad -lo que daba categoría de campesino libre-. Aquí se daba la oportunidad a los campesinos de pasar a ser una especie de “segunda nobleza”. Lo único que tenían que hacer era conseguir un caballo e ir a la guerra con él, pasando así a ser caballeros. Se les denominaba “caballería villana” o “infanzonía” y serlo suponía acceder a una serie de privilegios jurídicos y fiscales.
En una sociedad tan jerarquizada como la medieval, el hecho de que se promulgasen estos privilegios es una muestra de la tensión que debió suponer siglos de lucha entre cristianos y árabes. También hace pensar en el nivel de violencia que debía estar instaurado socialmente si cualquier campesino que se hacía con un caballo se consideraba válido para luchar.
Hoy en día, Castrojeriz es un pueblo con mucho que ofrecer. Lo primero que nos encontramos al llegar, antes del cerro, es una espléndida iglesia con un gran rosetón en su fachada occidental.
Es la ex colegiata de Santa María del Manzano. Se comenzó a construir en el S. XIII, momento del románico, pero en el XV se cambiaron sus cubiertas por otras góticas y en el XVII se amplió el templo. En su interior, hay una talla gótica de la Virgen y la leyenda dice que fue encontrada dentro del tronco de un gran manzano en Castrojeriz. Allí se hizo una ermita que se fue ampliando hasta convertirse en el templo que vemos hoy en día, donde la escultura cogió fama de hacer milagros. Era tan conocida que Alfonso X “el Sabio”, narró algunos de ellos en sus “cantigas” (poemas) dedicadas a la Virgen.
Las calles en Castrojeriz se disponen paralelas, en la ladera del cerro y se unen perpendicularmente por escaleras. Por ello, a los ciclistas os recomendamos que sigáis de frente la extensa calle mayor peatonal que ya os hará pasar por la mayoría de los edificios relevantes del lugar.
Veréis primero por la iglesia de Santo Domingo -el templo es gótico, aunque no lo parezca por su torre plateresca del S. XVI-, después por la alargada y porticada Plaza Mayor y, al final, la iglesia de San Juan.
La iglesia de San Juan merece una parada para ver el interior. Este templo fue diseñado por uno de los más importantes arquitectos del gótico alemán del S. XVI, llamado Rodrigo Gil de Hontañón. También participó en el diseño, por ejemplo, de las catedrales de Salamanca, Segovia o Plasencia. Si podéis, recomendamos que entréis en la iglesia para echar un vistazo a las impresionantes bóvedas nervadas que cubren el espacio a la misma altura en las tres naves. Las columnas no tienen capitel y de sus columnillas salen nervios que se extienden por el techo como ramas de árboles en perfecta simetría. ¡Toda una obra de arte!
A BOADILLA DEL CAMINO: CRUZAMOS EL ALTO DE MOSTELARES Y ENTRAMOS EN PALENCIA
Con esta preciosa imagen abandonamos Castrojeriz y, ya por el sendero de salida, nos encontramos de frente con la visión del Alto de Mostelares. Desde la salida del pueblo hasta que casi lleguemos al río Pisuerga, el firme será de tierra plagado de pequeñas piedras en algunos momentos.
Tras cruzar el río Odrilla por un puente de madera, comenzamos la subida. De media la inclinación es del 12%, a lo que puede sumarse la acción del viento y el intenso calor del sol. Corto pero intenso.
Cruzamos la planicie en la cima y, casi inmediatamente, comienza la bajada. Aconsejamos precaución ya que en poco más de 1,5 km se bajan unos 115 m; aunque se facilita porque parte de ella se asfaltó hace poco.
Seguimos por el sendero durante 3 km, completamente flanqueados por campo burgalés. El camino termina en una carretera comarcal y en unos 900 metros ya vemos un desvío a nuestra izquierda para coger el sendero que nos lleva a Puente de Itero.
Antes de llegar al puente veremos una construcción a nuestra derecha: es uno de los albergues más especiales del Camino Francés. Se trata de la antigua ermita de San Nicolás de Puente Fitero, que fue abandonada durante más de dos siglos hasta que un catedrático italiano decidió promover su rehabilitación como albergue. Aquí la cena es comunitaria y cada noche se realiza un ritual de lavado de pies a los peregrinos que allí se hospedan. Esta tradición era común entre los monjes en la Edad Media. Lugar místico y espiritual que brindará una experiencia para no olvidar.
El puente de Itero (o Puente Fitero) es uno de los más largos del Camino Francés y bajo sus 11 arcadas corre el Pisuerga, frontera natural entre Burgos y Palencia. Se construyó en el S. XI y en el XVII se rehabilitó respetando su forma original, con una sillería de mucha calidad.
Tras pasar el puente el camino marca a la derecha, hacia Itero de la Vega. “Itero” viene del “petra ficta” latino que evolucionó a “hito” o mojón (delimitador de caminos). Esto expresa su posición de frontera en la ribera (“vega”) del Pisuerga y es que, al salir del pueblo, nos adentraremos ya plenamente en Palencia y en su comarca natural denominada “Tierra de Campos”.
Este área natural Palencia la comparte también con Valladolid, Zamora y León. En conjunto, producen un volumen de cereales tan alto que se les denomina el “Granero de España”. De ello daremos buena cuenta nosotros, ya que hasta León tenemos por delante kilómetros de pedaleo por senderos de tierra entre hectáreas plagadas de cereal dorado.
Tras recorrer 8 km llegamos a Boadilla (kilómetro 60 de etapa). En este pequeño pueblo encontraremos todos los servicios que necesitemos. En el centro de la localidad el hay una especie de columna de piedra que es, en realidad, un rollo jurisdiccional.
Estas columnas se ponían en las villas para indicar la categoría administrativa que tenía la población y diferenciarla del resto. Sólo podían ponerse en donde hubiese alcalde y, por lo tanto, donde éste tuviese la competencia de poder condenar a muerte. De hecho, en el rollo se ataba a los condenados con cadenas para exponerles públicamente antes de juzgarlos. En este caso, este rollo es del S. XVI e indica la independencia del pueblo de su vecino Castrojeriz.
El rollo jurisdiccional de Boadilla del Camino destaca por su altura y decoración, siendo uno de los más importantes de España. Aunque había muchos, se conservan pocos de ellos, porque la Constitución de Cádiz (1812) mandó destruirlos todos. Estas columnas eran símbolos del poder político y judicial de un señor en un territorio y la nueva ley abolió estos poderes. Por ello, sólo quedan rollos en los lugares que se negaron a derribarlos.
Detrás del rollo vemos la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Aunque el origen del templo es románico lo que hoy vemos es del S. XV y XVI -de este siglo destaca su retablo mayor-. De sus inicios sí que se guarda una pila bautismal de grandes dimensiones y profusamente decorada.
EL CANAL DE CASTILLA NOS LLEVA A FRÓMISTA
Tras salir de Boadilla del Camino por la calle mayor una flecha nos indica que giremos a la izquierda. En poco más de 1 km, llegamos a la ribera del Canal de Castilla, por el que recorreremos 3,2 km en plano hasta una esclusa por la que debemos cruzar el canal y entrar en Frómista.
Este canal fue uno de los proyectos de ingeniería más importantes que se llevó a cabo en España durante la Ilustración. Fue promovido por Fernando VI (1713-1759), un rey influenciado por esta corriente cultural e intelectual y lo llevó a cabo junto con su ministro el Marqués de la Ensenada. La idea era dar salida a todo el excedente de cereal que se producía en Castilla, ya que las comunicaciones de este área con el resto de la península eran nefastas y se quería revitalizar su economía.
El ingeniero Carlos Lemaur ideó cuatro canales que se comienzan a construir en 1753. Se pretendía unir Segovia con el mar Cantábrico en Santander, pero esto quedó en un sueño ilustrado. A pesar de ello, se hicieron 207 km de canal en los que barcazas con productos circulaban tiradas por caballos. Se convirtió en un motor muy importante para la economía castellana, su primer signo de industrialización, aunque con la aparición del ferrocarril perdió este uso. Hoy se obtiene de él energía hidráulica, se usa para regadío y también tiene uso recreativo (pesca, turismo, etc.).
El camino a su vera se convertirá en un agradable paseo que, tras cruzar la esclusa que permitía salvar 14 metros de desnivel de terreno, nos dejará en Frómista. En la esclusa hay escaleras, así que podéis cruzar por el puente de la carretera que está un poco más adelante.
El camino jacobeo cruza Frómista por su parte baja, por lo que si queremos visitar algunos de sus monumentos tendremos que girar a la derecha al llegar a su gran avenida central (Avda. del Ingeniero Rivera).
Frómista es una de las localidades jacobeas más conocidas. A pesar de tener menos de 1000 habitantes tiene un gran patrimonio cultural, histórico y gastronómico. Al lugar se le conoce también como “villa del milagro”, en referencia a una leyenda de un hombre que fue excomulgado por no devolver un préstamo a un judío. Resultó que, a pesar de que había devuelto el dinero, cuando años después se moría y trató de recibir la extremaunción, el cura no pudo hacerlo porque el cilindro metálico con el que lo iba a ungir se quedó pegado a la patena. Hasta que se aclaró el malentendido, no pudo recibir el último sacramento.
Pero… ¿qué es lo que ofrece Frómista para visitarla hoy en día? En primer lugar y como monumento más importante, la iglesia de San Martín. La imagen del templo siempre nos viene a la mente cuando se habla del estilo románico, ya que es uno de los exponentes de este estilo. Está datado entre finales del S. XI y principios del XII. En el XIX fue objeto de una gran restauración.
Esta iglesia transmite mucha belleza por la sencillez y limpieza de sus formas, que juegan con los volúmenes de una manera muy equilibrada. Es de tres naves con ábside semicircular y bóveda de cañón -la forma medieval más común- pero sorprende con su cimborrio octogonal con linterna y con las dos torres circulares de la fachada occidental. Lo normal es que las torres fuesen cuadrangulares, por lo que esto recuerda al arte carolingio o alemán.
Además, el templo de San Martín conserva una gran cantidad de escultura decorativa, muy rica en detalles. En cada canecillo -en los aleros de los tejados- hay una pequeña escultura y por fuera molduras ajedrezadas marcan todas las alturas del edificio. En el interior, sorprende la decoración de sus capiteles.
Además de la iglesia de San Martín, en Frómista también se encuentra el templo de San Pedro, en la plaza de Tuy. Este no es románico, sino gótico, lo que se aprecia en sus bóvedas ojivales nervadas. Su portada es renacentista y una parte del templo lo ocupa el museo parroquial de la localidad.
En la misma gran avenida del pueblo, se encuentra la escultura del patrón de Frómista: San Telmo. Este santo nació aquí en el S. XII y recorrió Asturias y Galicia predicando, especialmente con pescadores -por eso en esta escultura en plena meseta castellana se le representa en un barco-.
DE FRÓMISTA A VILLALCÁZAR DE SIRGA Y ÚLTIMOS KILÓMETROS HASTA CARRIÓN
A la salida de Frómista hemos de cruzar dos rotondas por la P-980 y, después, las indicaciones son sencillas: seguir recto por la carretera hasta Carrión de los Condes. El sendero para peregrinos a pie va permanentemente paralelo al asfalto, con dos mojones en el medio cada unos cientos de metros.
A pesar de que el sendero es bastante ancho, será más cómodo para nosotros ir por la carretera. Son cerca de 20 km en perfil de ligerísima elevación, aunque la sensación será casi la de ir en plano.
En nuestro camino, dejaremos a la derecha cuatro poblaciones antes de llegar a Carrión de los Condes. Como en Tournride sabemos que después de todo el esfuerzo realizado hoy ya estaréis cansados, simplemente vamos a daros algunos ligeros apuntes de cosas que pueden resultar interesantes por si queréis parar.
La primera población es, valga la redundancia, Población de Campos. En ella podemos encontrar todos los servicios que necesitemos. Aunque en el pasado estaba muy relacionada con la Orden de San Juan hoy en día lo más destacable son sus dos ermitas y su iglesia parroquial, dedicada a Santa Magdalena.
Antes de cruzar el río Ucieza por un puente, a la salida de Población de Campos, hay un desvío marcado a la derecha. Es un camino alternativo que podemos coger si queremos ir entre campos hasta Villovieco. Allí volveremos a cruzar el río para coger la P-980. La distancia prácticamente es la misma por los dos caminos.
Si vamos por la P-980 en vez de por el camino alternativo pasaremos por Revenga de Campos. En la torre de la iglesia de esta población suelen anidar las cigüeñas, ave que en Castilla encuentra uno de sus mejores hábitats en la Península.
Vayamos por donde vayamos, el camino pasará por Villarmentero de Campos. Aquí destaca la iglesia de San Martín de Tours. Aunque por fuera no llame mucho la atención, en el interior cuenta con un bello artesonado mudéjar: los musulmanes que vivieron en este territorio cristiano crearon aquí una bella cubierta de madera.
Por último, la carretera pasa por Villalcázar de Sirga antes de llegar a Carrión de los Condes. De los cuatro pueblos de este último tramo, Villalcázar de Sirga es el que tiene un patrimonio más notable, en gran medida porque alberga la iglesia de Santa María la Blanca.
En cuanto se ve desde lejos el templo sorprende su tamaño y robustez mientras que, en el interior, maravilla por su delicadeza. La iglesia se comenzó a construir en el S. XII y estuvo muy vinculada a la Orden de los Templarios y a la Corona. De hecho, a la Virgen Blanca que allí se adora le dedicó Alfonso X el Sabio doce de sus «cantigas«.
Cuando en 1312 se disolvió la Orden del Temple, el templo fue cedido a una familia de alta cuna. La disolución de esta organización ha pasado a la historia plagada de leyendas, dado lo abrupto de su erradicación. Lo cierto es que desde su nacimiento en 1118 los templarios habían acumulado tanto poder que incluso Felipe IV, rey de Francia, les debía una inmensa cantidad de dinero. Por ello, apresó a algunos de estos caballeros y los mató tras torturarlos, presionando también al Papa para que disolviese la orden, lo que consiguió en 1312.
Si podéis entrar al interior de la iglesia, echad un vistazo a su retablo mayor y a los sepulcros policromados repletos de relieves, ¡no os arrepentiréis!
Después de esta última visita, recorremos los últimos 7 km de etapa por la P-980 y entramos en Carrión de los Condes por la Avda. de los Peregrinos. ¡Sólo queda disfrutar de un merecido descanso!
UN PASEO DE UNA TARDE POR CARRIÓN DE LOS CONDES
Carrión de los Condes es uno de esos lugares que, aunque no sea de gran tamaño ni concentre un gran número de habitantes -cuenta con cerca de 2000-, sí tiene una larga trayectoria histórica tallada en patrimonio monumental. Perdió gran parte de sus monumentos durante la Guerra de la Independencia, pero sigue guardando una gran cantidad de tesoros que merece la pena descubrir.
En Tournride os animamos a que disfrutéis de un paseo por esta localidad. Su tamaño y la concentración de los lugares a visitar permiten que, en tan sólo 30 minutos, podáis haceros una imagen general. Para facilitaros la experiencia, hemos preparado este mapa de itinerario y os damos aquí unos pequeños apuntes sobre qué ver en Carrión de los Condes.
¡Animaros a pasear, no os arrepentiréis!
Carrión de los Condes, de leyendas de caballos de Troya a una ciudad cultural moderna
En Tournride pensamos que para poder valorar lo que visitamos hoy es necesario comprender cómo llegó a generarse. Por ello, comenzamos este paseo dando unas pinceladas sobre dónde se encuentra Carrión de los Condes y cuál ha sido su devenir histórico.
Carrión de los Condes está en el centro de la provincia palentina. Su posición privilegiada en la ribera del río Carrión, en la árida meseta de Castilla, ha hecho que estuviese habitado desde momentos prehistóricos. Aún así, el primer asentamiento urbanizado se cree que fue celtíbero.
En el S. I a. C. los romanos llegaron al lugar y arrasaron con lo que allí había, creando un nuevo asentamiento que, cuando cayó el imperio en Occidente en el S. V, los visigodos tomaron bajo su control. En la parte noroeste de la ribera derecha del río Carrión construyeron un castillo, del que hoy no quedan restos.
Los árabes se hacen en el S.VIII con esa fortaleza, denominándola Monte Argel. Del intento de un caballero asturiano de tiempos de Alfonso II “el Casto” de recuperar la ciudadela de manos árabes surge una de las leyendas más famosas de la villa que, a pesar de ser muy ingeniosa, no era precisamente “innovadora” históricamente hablando.
En la “Ilíada” Homero narra cómo el ejército de los aqueos consiguió penetrar en Troya tras años de asedio. Cuenta que los griegos simularon partir en retirada, dejando un caballo hueco en las puertas de la ciudad, que los troyanos tomaron por una ofrenda de Atenea y metieron dentro de Troya. Por la noche, los guerreros griegos escondidos dentro del caballo abrieron las puertas de la muralla y su ejército devastó la ciudad.
En este caso, se dice que los cristianos usaron carros de carbón, en vez de un caballo como en Troya, para recuperar el castillo de Monte Argel. Metieron armas entre la hulla y se disfrazaron de carboneros, simulando ante los árabes que sólo querían entrar al castillo para vender su mercancía. Cuando entraron, abrieron fuego y cuando estos huyeron del castillo cayeron en la emboscada del ejército cristiano, que los esperaba a las puertas.
Gracias a esta ingeniosa táctica, el castillo volvió a manos cristianas y, en torno a este punto comenzó a desarrollarse el núcleo poblacional, que llegó a tener una gran importancia en la Edad Media. Se estableció como un “condado”, es decir, un territorio regido por un conde dependiente de la familia real. Las visitas reales le otorgaron gran importancia a la villa y muchas familias de alto linaje se concentraban allí.
De hecho, el nombre de “los Condes” viene porque hubo diferentes luchas de poder entre familias por controlar el lugar y, en el S. XV, tres familias de condes diferentes firmaron un pacto para no perder el poder ante otra familia condal. Carrión será un condado hasta que cambia la ordenación territorial y se convierte en un municipio, ya en la Edad Moderna.
El esplendor de la Edad Media se plasmó en la construcción de una gran cantidad de edificios de gran valor artístico, tanto civiles como religiosos. Allí se concentraban muchas órdenes religiosas en monasterios -gran parte del linaje de las familias de Carrión pasaban a dirigirlos- y la clase alta se construyó casas de piedra blasonadas. Además, Carrión tenía una gran importancia comercial y era una parada obligatoria en el Camino Francés, por lo que había allí un gran flujo de mercancías y de personas. Tanto es así que llegó a haber 15 hospitales de enfermos y peregrinos y a finales del S. XV tenía 6000 habitantes.
Además de por todo esto, desde el S. XI Carrión también había ganado fama porque una familia de infantes llevó a un monasterio de la localidad reliquias de importantes santos romanos. Entre ellas, las de San Zoilo, un mártir decapitado en Córdoba por predicar en el S. IV, cuando el cristianismo aún era perseguido.
En el S. XVI el plano de la ciudad ya era parecido al que vemos ahora, pero comienza a abrirse paso una recesión causada por la peste y por los excesivos impuestos que se aplicaban en la localidad, que hicieron disminuir el comercio. Además, la peregrinación ya no tenía el flujo de siglos anteriores. Se llegó a tener cerca de 600 habitantes, pero gracias a la instauración de un mercado “franco” semanal (libre de impuestos) por orden real el comercio comenzó a resurgir y, con ello, la vida en Carrión. En el S. XVII se llegó incluso a comerciar con Flandes o Francia y en el siguiente siglo la situación se mantuvo estable.
En el S. XIX tiene lugar uno de los episodios más trágicos de la villa. Con la ocupación napoleónica en España se desata la Guerra de la Independencia y Carrión de los Condes se convierte en escenario del enfrentamiento. El jefe de la resistencia castellana decide incendiar todos los edificios importantes de Carrión para evitar que los franceses pudiesen llegar a hacerse con su poder y refugiarse en ellos. Ardieron conventos e iglesias y, algo muy relevante, todos los archivos que guardaban documentos históricos de Carrión de los Condes.
Este incendio, sumado a la desamortización -que vació todos los conventos masculinos de la ciudad-, cambió mucho el urbanismo. Parte de los edificios incendiados o abandonados se usaron para construir otros nuevos, como el Ayuntamiento o la plaza del Mercado. Carrión de los Condes se modernizó durante ese siglo y el siguiente, convirtiéndose finalmente en la atractiva localidad que es hoy en día.
Comenzamos a caminar y, para variar… ¡lo hacemos de este a oeste! Del convento de Santa Clara a la interesante portada de la iglesia de Santiago
Salimos de la parte sudeste de Carrión, cerca de por donde entramos desde la P-980. Allí se encuentra el Real Monasterio de Santa Clara, nuestra primera parada.
Santa Clara era italiana y fue la primera mujer que escribió una regla monástica para mujeres, en el S. XIII. Dos discípulas directas de Santa Clara fundaron este convento en el año 1231, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de España. Además, ocupa una gran extensión de terreno y su funcionamiento ha sido casi ininterrumpido.
Arquitectónicamente, poco queda del edificio original del S. XIII. Lo que vemos hoy es la superposición de reformas, la más importante del S. XVII, que fue cuando el monasterio alcanzó su momento de esplendor durante la gerencia de Sor Luisa de la Ascensión. Esta abadesa consiguió acumular una gran influencia. De hecho, fue la que consiguió que el rey permitiese crear una feria libre de impuestos para volver a hacer circular mercancías tras la recesión del S. XVI.
Se dice que el monasterio sobrevivió en buen estado a la la Guerra de la Independencia gracias a la astucia de las monjas, que hicieron un pacto con los franceses por el que ellas les invitaban todas las tardes a un chocolate si respetaban el lugar. Sea verdad o no, el monasterio pasó la guerra intacto y, de hecho las monjas que hoy viven allí siguen preparando dulces típicos.
El convento alberga hoy un museo, destacando entre sus bienes la impresionante colección de belenes del mundo: figuras representando el nacimiento de Jesús traídas de todas partes del globo. También vale la pena la visita a la iglesia, con su retablo presidido por una escultura de Santa Clara.
En la puerta norte hay un pozo. Como muchos caminantes jacobeos bebían de él se le denomina el pozo “de los Peregrinos” o “de la Salud”. Se consideraba que este manantial estaba exactamente en la mitad del Camino de Santiago desde Francia, aunque hoy se piensa que este punto está un poco más adelante, pasado Sahagún.
Siguiendo la calle de Santa Clara y cruzando la carretera, pasamos por la caseta de información turística y llegamos a la iglesia de Santa María del Camino. En este templo del S. XII, de grandes dimensiones para ser románico, se celebra todos los días por la tarde una misa de Bendición del Peregrino.
Siguiendo toda la calle peatonal, salpicada de hostelería y tiendas -muchas de ellas especializadas en necesidades de peregrinos-, llegamos a la Plaza Mayor. Este será el lugar en el que terminaremos nuestro paseo pero, primero, seguiremos la visita yendo hacia la iglesia-museo de Santiago, que se encuentra en la misma peatonal y es parte del patrimonio más importante de Carrión. Nos detendremos, principalmente, en su magnífica portada principal.
Lo que hoy es la iglesia de Santiago formaba parte previamente de un conjunto monástico construido en el S. XII, que también contaba con un hospital de peregrinos. A pesar de que fue uno de los edificios que más sufrió los estragos del incendio de 1811, parte de la iglesia pervivió y en 1931 se declaró Monumento Histórico Artístico y, en el 2000, Bien de Interés Cultural. Su reconstrucción después del incendio se llevó a cabo en 1849, momento en el que también se creó la Plaza Mayor y el ayuntamiento en frente -todo ello con material de antiguos conventos-.
Además de la colección museística que alberga en su interior, del edificio llama poderosamente la atención su portada principal, que es medieval. En ella vemos una puerta en forma de arco medio punto con un friso horizontal superior que recorre toda la fachada. El arco que hay a la derecha y que da acceso al callejón que bordea la iglesia es parte del antiguo monasterio.
La puerta de la iglesia de Santiago está decorada con una impresionante arquivolta plagada de figuras que, en este caso, no representan personajes bíblicos, sino los oficios medievales que existían en Carrión durante la Edad Media. Hay 22 figuras humanas y cada una es un oficio diferente: herrero (representado con el gorro judío), alquimista, zapatero, juglar, escribano, monje, arpista, juez, guerrero, plañidera, sastre… Llama la atención, como curiosidad, la impresionante figura a la derecha, que representa a una bailarina-contorsionista, en una postura casi imposible y con ropa insinuante.
Bajo el arco, dos columnas con capiteles tallados enmarcan la puerta. En el de la izquierda vemos el Bien, en forma de dos protectores que impiden que un león (el demonio) se lleve el alma de una persona mientras la llevan al cielo. En el de la derecha, en cambio, se representa lo contrario: el Mal como la tortura de un hombre desnudo al que unos perros muerden permanentemente sin llegar a matarlo nunca.
Sobre la puerta vemos un friso que puede recordarnos al que vimos hoy previamente en Villalcázar de Sirga, con un Cristo Pantócrator en el medio. Este está rodeado de los cuatro apóstoles representados como sus símbolos: Mateo es un ángel, Marcos un león, Lucas un toro y Juan un águila. A los lados se representa a los apóstoles, en grupos de seis.
En realidad, todo el muro de la iglesia tiene un significado global. Arriba está Cristo como juez y rodeado de sus más allegados, que por sus méritos en vida ya se han ganado un hueco con Él en el Paraíso. El libro de leyes lo lleva cerrado porque aún no ha llegado el Juicio Final. Debajo estamos nosotros, la sociedad -en ese momento medieval-, desarrollando nuestras actividades de vida mundanas. Si lo “hacemos bien” iremos hacia la derecha de Dios (el Bien) y, si lo “hacemos mal”, hacia su izquierda.
Aunque a nosotros hoy en día esto nos parezca muy difícil de descifrar, la gente medieval lo entendía al momento. Era una simbología a la que estaban acostumbrados y ésta se usaba para advertir y guiar al pueblo llano. Serían, en una analogía contemporánea, nuestras señales de tráfico actuales -que nosotros comprendemos pero que un medieval jamás entendería-.
Continuamos hacia la iglesia de San Andrés y cruzamos el puente a San Zoilo
Seguimos la calle peatonal hasta que vuelve a haber tráfico rodado y, en la calle Hortaleza, giramos a la derecha para visitar la iglesia de San Andrés, denominada la “Catedral de Carrión de los Condes”. Aunque antes había allí una iglesia románica, en el XVI se sustituyó por la que vemos actualmente, según un proyecto de R. Gil de Hontañón -maestro del que ya hablamos hoy por su diseño de San Juan en Castrojeriz-. El interior es luminoso y de grandes dimensiones.
Saliendo de la iglesia seguimos toda la calle Hortaleza hasta el Puente Mayor. Este puente es una reconstrucción del S. XVI. El primer puente allí fue el del S. XI, que se hizo para unir el monasterio de San Zoilo con la villa de Carrión -aunque en ese momento ambos territorios funcionaban de manera independiente-. El primitivo puente tenía puertas a los extremos y en ellas se cobraba por pasar, tanto a los mercaderes como a los peregrinos. Por ello, algunas personas dejaban en su testamento dinero para pagar ese peaje a un número determinado de pobres o peregrinos, como obra de caridad.
Tras cruzar el puente veremos frente a nosotros, a tan sólo unos 200 metros, la fachada barroca del Monasterio de San Zoilo, que hoy funciona como hotel. Este monasterio era conocido entre los peregrinos medievales porque, al igual que hoy en Iratxe nos regalan vino, aquí a ellos les daban todo el pan y vino que quisiesen. Además de peregrinos venían reyes y, de hecho, aquí se casó Fernando III el Santo en el S. XIII.
Del edificio original queda poco y, de su conjunto, destaca especialmente el claustro del S. XVI. Los escultores que participaron decoraron profusamente columnas y capiteles, así como la bóveda que recorre todo el pórtico.
Terminamos volviendo a la vera este del río Carrión: visita a edificios civiles y merecido festín en las cercanías de la Plaza Mayor
Tras esta visita volvemos a cruzar el puente y, después, giramos a la derecha siguiendo la ribera del río. En la calle Ruiz Girón, que se cruza a unos metros, podemos echar un vistazo a una de las pocas casas de grandes familias aristocráticas que se conserva hoy en día, ya que la mayoría se destruyeron en el incendio de 1811. La Casa Girón es del XVIII y en su fachada podemos ver los escudos de la familia, así como la bonita rejería de las ventanas.
Volvemos a la calle Adolfo Suárez y giramos a la izquierda llegando, en menos de 100 metros, a la Plaza Mayor. Allí podremos ver el Ayuntamiento, edificado en 1868 tras el incendio del anterior. Es un edificio de gran solidez, con un zócalo de piedra procedente de abadías y conventos desaparecidos.
Cerca de la plaza, corazón de la Carrión de los Condes, se ubican un gran número de locales de hostelería en los que podremos disfrutar de lo mejor de la gastronomía palentina: asados, lechazo, cangrejos del Pisuerga, etc. Si os gusta el dulce, sabed que el lugar cuenta con una gran tradición de dulces por su herencia monástica. En Carrión son especialmente conocidas las garrapiñadas y los hojaldres.
Tras haber puesto el broche a esta larga etapa con una visita tan completa como esta, sólo queda descansar para afrontar la etapa de mañana en la mejor forma mental y física. Mañana entraremos en León, en la que será la etapa con más kilometraje, aunque el perfil nos será favorable. Al pasar Sahagún, habremos recorrido ya la mitad del itinerario a Santiago.
¿Preparados para pasar el ecuador de vuestro camino?